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Registran en Cuba unas 404 réplicas del terremoto en Haití

Santiago de Cuba, 15 ago (Prensa Latina) Unas 404 réplicas del terremoto de magnitud 7.4 con epicentro en Haití se registraron hasta hoy en Cuba, de acuerdo con el parte diario emitido por el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais).


Esos movimientos telúricos, percibidos fundamentalmente en esta provincia y la vecina de Guantánamo, tuvieron magnitudes desde 4.2 hasta 6.0 y mantuvieron agitada a esta geografía oriental, donde el temblor de la mañana del sábado en la cercana isla caribeña se sintió con fuerza.

Los especialistas del Servicio Sismológico Nacional y de su red de estaciones, distribuidas por el país, mantienen una estrecha vigilancia sobre estos fenómenos y reportaron también una sacudida de magnitud 6.9 en Alaska.

El doctor Enrique Arango, vicedirector técnico del Cenais, aclaró en su página de Facebook que la perceptibilidad inicial se correspondió con el impacto del sismo ocurrido en Haití, extendido hasta territorio cubano, algo que las personas tienden a considerar réplicas cuando no lo fueron.

Indicó que ese proceso puede durar semanas y en correspondencia con la magnitud de los remezones en áreas vecinas al epicentro del evento principal serán sentidas o no por la población de ambas demarcaciones orientales.

Como parte del seguimiento a esta circunstancia, el viceprimer ministro de Cuba, Comandante de la Revolución, Ramiro Valdés, visitó la sede de la institución, donde fue actualizado por sus autoridades y expertos.

La mañana de domingo transcurre tranquila en el Oriente cubano, donde sobrecogen las imágenes dramáticas de los daños humanos y materiales causados por el temblor en la cercana isla caribeña.

Gana respaldo carta de científicos de Cuba para Biden

La Habana, 13 ago (Prensa Latina) Más de mil 500 firmas respaldan hasta hoy la carta de científicos de Cuba en respuesta al presidente estadounidense, Joe Biden, por sus equívocas declaraciones sobre el manejo de la Covid-19 en la isla. 

En el siguiente enlace: https://www.cienciacubana.cu/es , pueden acceder a la misiva médicos, científicos y todos los que apoyen el llamado de la nación caribeña al mandatario norteamericano a respetar los logros de la biotecnología del país; así como la necesidad de levantar el bloqueo impuesto por más de 60 años.

Cada usuario solo debe llenar los espacios con su nombre, apellido, grado escolar, país y plasmar su acuerdo con el texto, también disponible en el sitio, tanto en inglés como en español.

Entre los firmantes se encuentran ya prestigiosos investigadores de centros científicos cubanos, así como de Canadá, Francia y otras naciones. A los cuales se sumaron periodistas, abogados, odontólogos, y de disímiles profesiones.

El pasado 15 de julio el presidente estadounidense Joe Biden se refirió a Cuba de forma pública como un ‘estado fallido’ y descalificó la capacidad de la isla, de su sistema de salud y de ciencia para dar respuesta a los desafíos de la actual situación epidemiológica por la Covid-19.

Ante este pronunciamiento desinformado y dirigido a desvirtuar la realidad, una amplia representación de científicos, médicos y población cubana e internacional dirigirán la carta en la cual se describen los logros de la nación antillana en temas de salud y específicamente en el enfrentamiento a la pandemia.

En el texto se destaca que la inmunización es parte del sistema de salud pública de este país desde 1962 (con la creación del Programa Nacional de Inmunización), lo cual garantiza la vacunación gratuita y universal del pueblo, sin importar condición socioeconómica, política, religión, sexo o raza.

De esta forma, desde 1999 todos los cubanos se encuentran protegidos contra 13 enfermedades potencialmente mortales, incluidas la difteria, el tétanos y la tosferina, y ocho de esas vacunas se fabrican en el territorio nacional.

Como resultado de las altas tasas de inmunización, no se registra un solo caso de sarampión en las últimas décadas.

A ello se suma el proceso de inmunización en todo el territorio nacional contra la Covid-19 con propuestas vacunales propias; en el cual un total de cuatro millones 726 mil 170 personas han recibido al menos una dosis de uno de los candidatos Soberana 02 y Soberana PLUS; así como de la vacuna Abdala (primera de América Latina y el Caribe).

Cuba mantiene colaboración estrecha sobre estos temas con la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, organismos internacionales que han confirmado las tasas de vacunación infantil en este país, las cuales superan el 99 por ciento de cobertura.

Precisamente, ninguno de estos organismos ha sugerido la necesidad de intervenir en la nación caribeña para administrar vacunas, como lo ha hecho recientemente el Gobierno de Estados Unidos.

Al contrario, han solicitado la ayuda de los expertos cubanos en los esfuerzos mundiales para eliminar enfermedades como la poliomielitis o para exportar vacunas nacionales contra la meningitis con urgencia a África.

Estudio documenta acciones de saludo y despedida entre simios

Madrid. Cuando dos personas hablan lo habitual es que una no se vaya sin despedirse porque se considera de mala educación y parece que los simios hacen algo parecido.

Un estudio publicado en la revista iScience documenta cómo los simios utilizan señales a propósito para empezar y terminar las interacciones, un comportamiento que no se había visto hasta ahora fuera de la especie humana.

También hallaron que la dinámica social y de poder entre los simios que interactuaban afectaba los esfuerzos de comunicación usados, lo que, según los expertos, refleja pautas similares a la cortesía humana.

Fuimos capaces de lanzar cohetes y aterrizar en la Luna, porque tenemos la capacidad de compartir nuestras intenciones lo que nos permite lograr cosas mucho más grandes que las que puede lograr un individuo solo. Se ha sugerido que esta capacidad está en el corazón de la naturaleza humana, afirmó Raphaela Heesen, de la Universidad de Durham, en Reino Unido.

Compartir las intenciones y trabajar juntos en un objetivo común da lugar a un sentimiento de obligación mutua que se conoce como compromiso conjunto, y ahora la experta y su equipo observan pruebas en los grandes simios que podrían poner en duda la afirmación, largamente sostenida, de que el compromiso conjunto es exclusivo de los humanos.

Tras presenciar a dos bonobos que fueron interrumpidos mientras se aseaban pero luego utilizaron gestos para reanudar la interacción entre ellos, Heesen y sus colegas sintieron curiosidad por saber más sobre cómo y cuándo surgió el compromiso conjunto en el linaje humano.

Sin embargo, a diferencia de los científicos anteriores, Heesen y su equipo propusieron que el compromiso conjunto no se basa sólo en el sentimiento de obligación. En su lugar, también implica el proceso de establecer el acuerdo y decidir mutuamente después de que éste se ha cumplido.

Tras analizar mil 242 interacciones en grupos de bonobos y chimpancés en zoológicos, descubrieron que los simios se miraban y se comunicaban entre sí con frecuencia para iniciar y finalizar las interacciones.

El universo visto cerca de un agujero negro

n las proximidades de los agujeros negros, el espacio está tan deformado que incluso los rayos de luz pueden curvarse a su alrededor varias veces. Este fenómeno puede permitirnos ver múltiples versiones de lo mismo. Si bien esto se ha sabido durante décadas, solo ahora se ha conseguido forjar una expresión matemática exacta.

Ello se lo debemos agradecer a Albert Sneppen, estudiante en el Instituto Niels Bohr, adscrito a la Universidad de Copenhague en Dinamarca.

Un agujero negro es una acumulación de materia tan grande y densa que su campo gravitatorio es capaz de absorber todo lo que pase cerca, incluyendo la mismísima luz. Por eso no emite ni refleja luz alguna.

La intensa gravedad afecta además al espacio-tiempo en las inmediaciones del agujero. En las proximidades de un agujero negro, el espacio se curva tanto que los rayos de luz se desvían, y la luz muy cercana puede desviarse tanto que viaja varias veces alrededor del agujero negro. Por lo tanto, si un observador situado en el punto adecuado contempla una galaxia distante (o algún otro cuerpo celeste lejano) situado justo detrás, es posible que vea la misma imagen de la galaxia varias veces, aunque cada vez más distorsionada.

Supongamos que observamos una galaxia distante, que, como es lógico, brilla en todas las direcciones. Cuando parte de su luz se acerca al agujero negro, se desvía ligeramente. Algo de luz se acerca aún más y rodea el agujero una sola vez (una vuelta entera) antes de escapar hacia nosotros, y así sucesivamente. Mirando cada vez más cerca del borde del agujero negro, veremos más y más versiones de la misma galaxia.

¿Cuánto más cerca del agujero negro hay que mirar respecto de una imagen para ver la siguiente? La respuesta se conoce desde hace más de 40 años, y es unas 500 veces.

Calcular esto es tan complicado que nadie antes de Sneppen había conseguido desarrollar una explicación matemática tan detallada de por qué resulta ser este factor específico y no otro.

Una característica completamente nueva del método de Sneppen es que también se puede generalizar para aplicar no solo a los agujeros negros teóricos simplificados (que carecen de rotación), sino también a los agujeros negros que giran sobre sí mismos, que, de hecho, son todos.

“Resulta que cuando un agujero negro gira muy rápido, ya no es necesario acercarse a él en un factor de 500, sino significativamente menos. De hecho, cada imagen en tal caso requiere con respecto a la previa una proximidad adicional al borde del agujero negro de solo 50, o 5, o incluso 2 veces”, explica Albert Sneppen.

Tener que mirar 500 veces más cerca del agujero negro para cada nueva imagen, implica que las imágenes se “comprimen” rápidamente en una imagen anular. Tener que observar algo así haría que, en la práctica, resultase muy difícil distinguir las numerosas imágenes. Pero cuando los agujeros negros rotan, hay más espacio para las imágenes “extra”, por lo que hay esperanzas de que se pueda confirmar la teoría observacionalmente en un futuro no muy lejano. De esta manera, será posible obtener nuevos conocimientos no solo sobre los agujeros negros, sino también sobre las galaxias detrás de ellos.

El tiempo de viaje de la luz aumenta con cada vuelta adicional que tiene que dar al agujero negro, por lo que las imágenes se retrasan cada vez más. Si, por ejemplo, una estrella explota como una supernova en una galaxia de fondo, en teoría podríamos ver esta explosión muchas veces.

Sneppen expone detalladamente su explicación en la revista académica Scientific Reports, bajo el título de “Divergent reflections around the photon sphere of a black hole”. (Fuente: NCYT de Amazings)

Un meteorito explotó en la atmósfera de la Antártida

Un nuevo hallazgo podría ayudar a los científicos a identificar mejor los impactos pasados ​​de meteoritos en la Tierra y prepararse para los venideros. Se trata de un conjunto de partículas desenterradas en las montañas de la Antártida que, según sugieren los autores de un nuevo artículo que se publica en la revista Science Advances bajo el título “A large meteoritic event over Antarctica ca. 430 ka ago inferred from chondritic spherules from the Sør Rondane Mountains”, fueron producidas por un evento en el que un meteorito explotó en el aire hace unos 430.000 años liberando un chorro de material derretido y vaporizado insuficientemente denso como para formar un cráter de impacto cuando golpeó la superficie del planeta.

Se estima que las grandes explosiones de meteoritos en la atmósfera, mucho más peligrosas que las que dejan un cráter definido como huella indeleble del impacto, tienen lugar con una frecuencia órdenes de magnitud mayor que los segundos. No obstante, encontrar rastros de estos eventos en la mayoría de las ocasiones se ve obstaculizado por la dificultad de hallar pruebas en el registro geológico.

Sin embargo, tal y como se explica en el artículo liderado por el geólogo especializado en geoquímica y mineralogía de los meteoritos, Matthias van Ginneken, un conjunto de esférulas de condensación encontradas en la cima del monte Walnumfjellet y en sus alrededores, en las montañas Sør Rondane, en la Antártida, acaba de proporcionar nuevas pistas sobre la dinámica de estos esquivos eventos.

Tras la pista de un impacto sin cráter en la Antártida

Debido a los desafíos para identificar y caracterizar los residuos esparcidos por estas grandes explosiones, la mayoría de información que ha llegado de ellas hasta nuestros días han de agradecerse, más que a las pruebas del registro geológico, al relato de los testigos oculares.

Es por ello que los datos recogidos por el equipo de Ginneken resultan una oportunidad única para armar el rompecabezas en torno a este bólido que “golpeó” la Antártida sin dejar apenas rastro. “Este descubrimiento es tremendamente importante en el sentido de que nos enseña a como identificar este tipo de eventos en el registro fósil”, explica el investigador.

Para ello, Ginneken y sus colegas se valieron de técnicas de microscopía y láser para analizar 1as 17 partículas ígneas esféricas negras halladas en la Tierra de la Reina Maud, uno de los territorios más indómitos de la Antártida.

Así, tras los experimentos, los investigadores determinaron que estas esférulas de condensación, en su mayoría de entre 100 y 300 micrómetros de tamaño, estaban compuestas principalmente por dos minerales: olivino y espinela de hierro, ambos soldados entre sí por pequeñas cantidades de vidrio. La química de estas partículas, incluido su alto contenido de níquel, sugiere que se originaron en el espacio exterior.

Antártida: Domos Concordia y Fuji

Los investigadores también compararon las partículas con las encontradas en otros núcleos de hielo tomados de los Domos Concordia y Fuji, en la misma Antártida, las cuales también se asociaban con dos meteoritos caídos en la Antártida hace entre 430.000 y 480.000 años. Sin embargo, tras sus observaciones todo parece indicar que en ambos casos dichas partículas procedían del impacto de un único asteroide que chocó con nuestro planeta hace unos 430.000 años.

Posteriormente, a través de simulaciones numéricas, del análisis de los isótopos de oxígeno 18 observados en las partículas y ante la ausencia de un cráter vinculado al evento, Ginneken y su equipo concluyen que las partículas alcanzaron la capa de hielo a través de los chorros de vapor en forma de proyectil liberados por un meteorito de entre unos 100 y 150 metros de diámetro que explotó en la atmósfera.

Cheliábinsk, Tunguska, Sør Rondane y lo que está por llegar

Las explosiones de meteoritos en la atmósfera de nuestro planeta son, de largo, mucho más frecuentes que aquellas que hacen diana. Y también mucho más peligrosas. Explosiones como la acaecida en Sør Rondane pueden resultar inofensivas para los seres humanos cuando tienen lugar en lugares tan remotos como la Antártida, pero podrían ser causa de una auténtica catástrofe si ocurren en lugares densamente poblados de nuestro planeta. 

Ginneken describe su magnitud instándonos a imaginar “una enorme nube de gas supercaliente alcanzando la superficie de la Tierra a una velocidad extremadamente endiablada y capaz de convertir en vapor al instante una gran superficie de hielo”.

Así, para encontrar un ejemplo relativamente reciente de este tipo de eventos solo hemos de remontarnos la mañana del 15 de febrero de 2013, día en el que la ciudad rusa de Cheliábinsk observó como meteoroide de unos 17 metros de alto por 15 de ancho sobrevoló los cielos de varias provincias a plena luz del día antes de estrellarse a unos 80 kilómetros de la localidad.

El bólido explotó a aproximadamente unos 20 kilómetros de altura, liberando una energía de unos 500 kilotones, 30 veces la energía liberada por la bomba de Hiroshima, y se saldo con cerca de 1500 heridos, la mayoría de ellos a causa de la onda expansiva de la explosión.

Otro de los eventos más sonados de esta categoría fue el conocido como el evento de Tunguska del 30 de junio de 1908, y el cual Ginneken define como: “el mayor de los impactos de un meteorito de la historia reciente; el cual fue tan potente como para doblar los árboles en un área de más de 2000 kilómetros cuadrados”, y añade que “este evento fue muchísimo menos intenso en comparación con el acontecido en la Antártida hace unos 430.000 años”.

Eventos realmente potentes

“Se trata de eventos realmente potentes que pueden poner en peligro a numerosas poblaciones a día de hoy, que pueden resultar en miles de bajas y provocar serios daños en áreas que abarcan cientos de kilómetros cuadrados”“Por ello es esencial comprender mejor el papel que han jugado eventos como este en la historia de la Tierra. Y la manera de hacerlo es, como en este caso, encontrar los restos que dejaron tras de sí”, concluye.

Formación de lunas en un exoplaneta joven

Por vez primera, se ha detectado con claridad una región nebulosa en torno a un exoplaneta. Con una masa tres veces superior a la de nuestra Luna, muy posiblemente se trata del disco en el que este exoplaneta, similar a Júpiter, formará un sistema de satélites.

SISTEMA PROTOPLANETARIO

Situada a unos 400 años luz de la Tierra en la constelación austral del Centauro, PDS 70 es una estrella joven de enorme interés. Rodeando a la estrella se ha detectado un prominente anillo de gas polvoriento a partir del cual se van formando planetas. Con ayuda del gran telescopio VLT, ya se habían detectado dos de estos planetas jóvenes, denominados PDS 70b y PDS 70c, un par muy similar a la pareja de Júpiter y Saturno que domina nuestro sistema solar.

Ambos planetas se encuentran situados en la zona entre el gran anillo de polvo y la propia estrella, uno de ellos muy cerca de la estrella y el otro (PDS 70c) más lejos. El gran anillo circunestelar tiene un radio de unas 50 veces la distancia Tierra-Sol, mientras que el planeta PDS 70c se encuentra separado de su estrella por una distancia 34 veces superior a la distancia Tierra-Sol, es decir, ligeramente superior a la separación entre el Sol y Neptuno. 

ALREDEDOR DEL EXOPLANETA

Un equipo coordinado por la astrónoma Myriam Benesty (de las universidades de Chile y de Grenoble, Francia) ha observado la estrella PDS 70 con el gran interferómetro ALMAsituado en la meseta de Chajnantor, a 5000 metros de altitud en pleno desierto de Atacama. Sus observaciones, resumidas en la imagen que encabeza este artículo, muestran el disco de gran diseño que rodea a la estrella. También hay una región nebulosa acumulada en la inmediata vecindad de la estrella central, posiblemente un disco más compacto que no llega a verse con gran nitidez en las observaciones.

En la región vacía entre el gran anillo y la estrella aparece claramente la posición del planeta PDS 70c. Sin embargo, el 70b más pequeño y más cercano a la estrella no se detecta bien en estas observaciones que tan solo trazan el gas y el polvo y no los objetos sólidos como los planetas propiamente dichos. Lo que es más sorprendente de estas fantásticas observaciones es que en la posición del planeta 70c aparece una masa nebulosa, bien centrada en el exoplaneta y bien diferenciada del gran anillo que rodea a la estrella. Los autores del estudio han calculado que esta nubecilla tiene un tamaño similar a la distancia Tierra-Sol y una masa de tan solo el 3% de la masa terrestre, en números redondos: unas tres veces la masa de nuestra Luna.

Benesty y colaboradores concluyen, muy razonablemente, que tal nubecilla en torno al exoplaneta 70c es un pequeño disco en el que se está formando un sistema de satélites. Las observaciones no son capaces de desvelar si ya hay alguna luna ya formada (los datos no son sensibles a los objetos compactos), pero el disco es muy importante en sí, pues confirma las teorías de formación de planetas y de sus satélites. 

EXOLUNAS

Está bien establecido que los planetas se forman en discos polvorientos alrededor de estrellas jóvenes. Cada planeta, según se va formando, va horadando un hueco anular a medida que va acumulando material del disco circunestelar y, de esta manera, va creciendo. Se piensa que, durante este proceso, el planeta también puede adquirir su propio disco circumplanetario. Y este disco debe contribuir al crecimiento del planeta regulando la cantidad de material que cae sobre él. Simultáneamente, el gas y el polvo del disco circumplanetario, a través de múltiples colisiones, puede ir formando cuerpos progresivamente mayores, lo que finalmente debe conducir al nacimiento de lunas.

Se conocen más de 4000 planetas, pero todos ellos han sido detectados en sistemas estelares maduros donde, por así decir, todo el trabajo está ya hecho, y no es posible observar los mecanismos de su formación. Los sistemas protoplanetarios como el de PDS 70 son mucho menos frecuentes, pero mucho más interesantes para ver los procesos de formación de planetas y lunas. Desgraciadamente estos sistemas protoplanetarios son muy poco masivos y muy poco brillantes. Es extremadamente difícil llegar a ver detalles como los que llegamos a observar en PDS 70 y, en concreto, en PDS 70c.

Sin embargo, las nuevas observaciones dejan rodeado de misterio al otro planeta menor, PDS 70b, que no muestra indicios de poseer un disco. No sabemos si este planeta ha engullido todo el material circumplanetario o si este material ha formado ya completamente un sistema de satélites que no puede verse con estas observaciones.

En todo caso, son datos magníficos que ilustran el virtuosismo de ALMA llegando a detectar objetos minúsculos en tamaño y en masa. Cuando el gran telescopio ELT llegue a estar operativo en Chile, hacia el año 2027, se podrán obtener imágenes en el óptico/infrarrojo de este sistema estelar, en las que veremos con total nitidez su sistema protoplanetario y, quién sabe, quizás lleguemos a apreciar las incipientes exolunas.

El trabajo de Benisty y colaboradores titulado “A Circumplanetary Disk Around PDS70 c” ha sido publicado hace unos días en la prestigiosa revista The Astrophysical Journal Letters. El manuscrito puede consultarse en este enlace.