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(Multimedia) (Voces del Sur) Opinión de invitado: El rol decisivo de China en la Guerra Mundial Antifascista debe de ser recordado para siempre

Por Luis Ricardo Delgado

Producto de sesgos eurocéntricos y occidentales de carácter colonial, tanto la historiografía académica como la narrativa cinematográfica, han minimizado el importante papel jugado por China durante la Guerra Mundial Antifascista. En muchos casos, estos relatos, que han tenido más perfil propagandístico que rigor científico, han desconocido un conjunto de hechos y datos que permiten clarificar por qué el país asiático es, sin dudas, una de las potencias vencedoras de esta conflagración que tuvo un alcance planetario, tanto por su escala geográfica como por su letalidad.

En el caso de China, la lucha contra el fascismo no comenzó en 1939 con la invasión alemana a Polonia, sino el 18 de septiembre de 1931, con el Incidente de Mukden, provocado por el militarismo japonés, que derivó rápidamente en una invasión a gran escala del noreste de China. Posteriormente, el 7 de julio de 1937, la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa se intensificó a un ritmo vertiginoso hasta el fin de la guerra en 1945 con la rendición definitiva de las potencias del Eje, convirtiendo a China en el principal campo de batalla oriental en la guerra mundial contra el fascismo.

Debe destacarse que, a lo largo de los 14 años de guerra de resistencia contra la agresión japonesa, marcados por episodios de extrema violencia, China sufrió más de 35 millones de muertos y heridos, lo que la coloca entre las naciones que pagaron el precio humano más alto durante la Guerra Mundial Antifascista. Sin embargo, este enorme costo de vidas ha sido escandalosamente silenciado en Occidente, especialmente considerando que gran parte de las víctimas fueron civiles sometidos a prácticas de genocidio, como fusilamientos masivos, torturas, exterminios, desplazamientos, campos de concentración, experimentos con humanos vivos, armas químicas o trabajo esclavo, por parte del imperialismo japonés. Al respecto, la Masacre de Nanjing fue una de las páginas más oscuras durante los 14 años.

Es importante señalar que China no fue solamente una víctima pasiva, sino, por el contrario, fue un contendiente formidable y valiente. De acuerdo con datos históricos, las fuerzas del país asiático lograron degradar y en algunos casos aniquilar gran parte de las divisiones japonesas y de sus aliados títeres involucrados.

Es justo reconocer el aporte esencial del pueblo chino a la derrota de las fuerzas más oscuras del imperialismo. En este sentido, coincidimos plenamente con las palabras del presidente Xi Jinping, quien hace una década afirmó que esta gran victoria, además de ser la primera victoria total contra las invasiones extranjeras en la historia contemporánea de China, “también fue una importante contribución del pueblo chino a la victoria en la guerra mundial contra el fascismo y a la salvaguarda de la paz mundial”.

Vemos entonces que China fue un actor de primera línea en la Guerra Mundial Antifascista y uno de los miembros fundadores de las Naciones Unidas, un país que, por su contribución y relevancia histórica, ocupa con justicia un espacio permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

En el contexto actual, marcado por turbulencias y cambios a nivel mundial, China, como uno de los principales representantes del Sur Global, ha desempeñado un papel decisivo en la defensa del multilateralismo y en la oposición al unilateralismo, al proteccionismo, al hegemonismo y a la política de poder. Tanto la Iniciativa de la Franja y la Ruta como las tres importantes iniciativas globales para el Desarrollo, la Seguridad y la Civilización, todas propuestas por el presidente chino, buscan llevar a la práctica la idea de una comunidad de futuro compartido para la humanidad.

Es momento, por tanto, de que tanto la historiografía como la cinematografía en Occidente, así como en América Latina y el Caribe, reconozcan en un gesto de solidaridad y fraternidad las contribuciones de China a la estabilidad y el progreso mundial en estas últimas nueve décadas.

(Luis Ricardo Delgado es docente de la Universidad de Carabobo y director de Investigación del Centro de Altos Estudios del Desarrollo y las Economías Emergentes de Venezuela.)

(Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las posiciones de la Agencia de Noticias Xinhua.)

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