Por Carina López y Li Xin
SAN ANTONIO ARRAZOLA, México, 26 sep (Xinhua) — Los jóvenes artesanos mexicanos María del Carmen (Maricarmen) y Roque Jiménez Carrillo crecieron en un mundo lleno de olores, texturas y pigmentos, pues pertenecen a la tercera generación de una familia que hizo de la madera un lenguaje cotidiano que conecta culturas y preserva un legado de tradición zapoteca en el estado de Oaxaca (sur).
Desde pequeños, los hermanos observaron a su abuelo y a su padre dar forma a animales protectores y figuras fantásticas, aprendiendo que cada talla podía convertirse en un testimonio de identidad, memoria y resistencia cultural.
El abuelo de los artistas, el maestro Manuel Jiménez Ramírez, contaba que al nacer un niño o niña en Oaxaca, los padres hacían un círculo de ceniza y el primer animal que lo cruzaba se convertía en su criatura protectora, llamada “tona” en la cosmovisión zapoteca. Este rito inspiró muchas de las piezas que Manuel creó.
“Mi niñez fue preciosa, fue mágica, porque yo veía muchos colores, veía mucha madera, aromas muy peculiares de la madera, riquísimos, húmedos, que te hacían sentir en casa”, expresó Maricarmen a Xinhua.
La artesana recuerda que ella se acercó por primera vez al arte de tallar madera cuando llegaba de la escuela ansiosa de entrar al taller de sus padres y comenzar a jugar con las piezas que realizaban también sus tíos y abuelos.
“Este trabajo nosotros lo aprendimos a hacer con travesuras, realmente fue jugando y, asimismo, fue como mi abuelo aprendió jugando. Cuando yo era muy pequeña, tengo recuerdos, recuerdos muy bonitos de una familia unida que día a día, sin importar horas, días festivos, lo que fuese, siempre trabajaban juntos”, dijo.
Maricarmen explicó que en el pasado las mujeres solo pintaban piezas en silencio, sin poder tallar ni explicar su trabajo. “De las tres generaciones soy la primera mujer que ha querido seguir con este legado, lo cual me hace sentir más orgullosa, porque vengo de (una) familia pionera, pero también vengo de (una) familia en la cual a mí nunca me pusieron límites de decir tú no puedes”, subrayó.
Eso también dio un giro a la tradición. Además de los clásicos nahuales, que son figuras mitad animal y mitad humano, ha creado “nahualas”, versiones femeninas con las que busca rendir homenaje a las mujeres sin ser reconocidas.
“Ser artesana es mi mejor título, porque en mí llevo a Oaxaca, a México y a mi comunidad. Me motiva pensar que muchas niñas y jóvenes se reflejan en mí y dicen: ‘Quiero ser como tú'”, dijo la joven artesana.
El padre de Maricarmen, Angélico Jiménez, hizo del tallado de madera parte central de su existencia, pues además de hacer creaciones únicas, se encargó de llevar su arte a distintas partes del mundo, compartiendo la riqueza cultural de Oaxaca.
Roque y Angélico también siguieron los pasos de Manuel Jiménez Ramírez, quien desde niño tuvo que trabajar para ayudar a su familia, cuidando animales y aprendiendo distintos oficios, entre ellos la talla de madera.
Al principio, el señor Manuel hacía figuras para jugar y máscaras que vendía en la ciudad para ganar dinero. Con el tiempo, empezó a pintar sus tallados para hacerlos más atractivos.
Las formas y decoraciones de las piezas del artesano oaxaqueño se fueron refinando y sus obras comenzaron a exportarse, mientras que sus técnicas de tallado artesanal maravillaron a distintas naciones.
Para Roque Jiménez, mostrar la artesanía mexicana al mundo representa un honor, pero también una responsabilidad de mantener viva la historia, cultura y los colores de Oaxaca, preservando un legado que trasciende fronteras.
“Mi padre siempre estuvo muy contento de ser él parte de llevar esta cultura hacia nuevos países. Hoy en día hay muchos compañeros artesanos que han tenido la oportunidad de llevar nuestra cultura a diferentes partes del mundo, pero en esto también hemos sido pioneros, en ir mostrando nuestra artesanía”, expresó Roque.
En adición, el artista recordó con cariño el viaje que su padre Angélico y su tío, Isaías, realizaron a China en 2002, quienes representaron a México en un concurso internacional de tallado de madera que se realizó en el país asiático.
Mi padre y mi tío, continuó Roque, contaban que cuando llegaron al lugar de la competencia y les tocó hacer su demostración, los presentes quedaron encantados con que todo el proceso es hecho a mano.
“Cuando les tocó hacer su demostración de trabajo, pues mi papá y mi tío Isaías sacaron sus machetes, sacaron sus cuchillos, sacaron sus gurbias y todo 100 por ciento a mano. Para nosotros, fue importante el poder llevar esta cultura hacia otros países”, recordó.
Para nosotros, agregó Roque, es muy satisfactorio que este tipo de artesanía mexicana se haya expandido a distintas partes del mundo, pues saber que otras personas valoran el trabajo artesanal ha motivado a los artesanos para seguir transmitiendo este legado familiar de generación en generación.
“Hoy en día, es una artesanía contemporánea en su diseño, en su estilo, por los años que tiene en elaborarse. La madera se ha trabajado mucho tiempo atrás, pero este tipo de expresión artística la generó Manuel Jiménez, la expresión artística. Afortunadamente, hoy en día la seguimos trabajando, la seguimos promoviendo y para nosotros es importante que, a través de una expresión artística, pues llevas la esencia de México, la esencia de Oaxaca y la esencia de las familias. Eso es importante, eso es importante para nosotros”, afirmó Roque.
Oaxaca es uno de los estados más ricos en cultura de México, donde la herencia indígena se refleja en cada aspecto de la vida cotidiana. Sus artesanías, como el barro negro, los textiles y la madera tallada, no solo son expresiones artísticas, sino también un motor económico fundamental para miles de familias en la región.