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Formación de un nuevo estado de la materia con electrones

El principio fundamental de la superconductividad es que los electrones forman pares. Pero, ¿pueden también agruparse en cuartetos?

Descubrimientos recientes sugirieron que sí pueden, y el equipo internacional de Egor Babaev, del Real Instituto de Tecnología en Suecia, ha conseguido ahora la primera evidencia experimental de este efecto de agrupación en cuartetos y determinar el mecanismo por el que se produce este estado de la materia.

El emparejamiento de electrones permite el estado cuántico de la superconductividad, un estado de conductividad con resistencia cero que permite hacer circular mucha electricidad sin las pérdidas que aquejan a las líneas eléctricas convencionales. La superconductividad se produce en un material como resultado de que dos electrones se unen en vez de repelerse como lo harían en el vacío. El fenómeno fue descrito por primera vez en una teoría por Leon Cooper, John Bardeen y John Schrieffer, cuyo trabajo fue galardonado con un Premio Nobel en 1972.

Babaev y sus colaboradores han obtenido evidencias de la formación de cuartetos de electrones en una serie de mediciones experimentales en el material denominado Ba1-xKxFe2As2, basado en el hierro. Los resultados se han logrado casi 20 años después de que Babaev predijera por primera vez este tipo de fenómeno, y ocho años después de que publicara un artículo en el que predecía que podía producirse en este material.

“Probablemente se necesitarán muchos años de investigación para comprender plenamente este estado”, afirma Babaev. “Los experimentos abren una serie de nuevos interrogantes y revelan otras propiedades inusuales relacionadas con su reacción a los gradientes térmicos, los campos magnéticos y los ultrasonidos que aún deben conocerse mejor”.

El estudio en el que se ha hecho el hallazgo se titula “State with spontaneously broken time-reversal symmetry above the superconducting phase transition”. Y se ha publicado en la revista académica Nature Physics. (Fuente: NCYT de Amazings)

Murió María Esther Ortiz, pionera de la física nuclear experimental

María Esther Ortiz y Salazar falleció el sábado a los 85 años. Fue pionera en la física nuclear experimental en el país, así como una de las dos primeras mujeres en obtener un título académico en física por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en el país. También perteneció al grupo de las primeras académicas en recibir el grado de maestra y doctora por la misma casa de estudios.

Nacida el 18 de abril de 1936, fue la principal promotora de un convenio de investigación conjunta de la UNAM con el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, en Estados Unidos, al que se unió la Universidad de Texas A&M.

En su portal, el Instituto de Física señaló que este año, Ortiz Salazar fue reconocida como investigadora emérita por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), máxima distinción otorgada por este órgano. Así ingresó, junto con otras 22 científicas, al grupo más grande de mujeres que ha obtenido esta categoría. Fue nivel III desde 1987.

En 1998 fue investida investigadora emérita del Instituto de Física, donde trabajaba desde 1959. Además, formó parte de la Sociedad Estadunidense de Física, de la Academia de Ciencias de Nueva York, de la Sociedad Mexicana de Física, que presidió, y fue miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM, así como de la Academia Mexicana de Ciencias. También perteneció al comité organizador del Simposio Mexicano de Física Nuclear.

Sus líneas de investigación abarcaron los haces de iones radiactivos, la instrumentación y las reacciones nucleares con iones pesados, en el que tuvo una amplia visión de los problemas del campo, apoyando a que se cultivara en la UNAM y en México.

Realizó experimentos relevantes en el primer acelerador de partículas positivas que tuvo el país, el Van de Graaff de 2 MV, en el que utilizó espectrógrafos magnéticos. Aportó ideas para diseñar y construir otros equipos que permitieron mejorar la precisión en las medidas de energía de los niveles nucleares. Asimismo, colaboró con el grupo de investigación del acelerador Van de Graaff Tandem, del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares.

Australia construirá vehículo para que la NASA busque oxígeno en el suelo lunar

Canberra. Australia acordó construir un vehículo semiautónomo de 20 kilogramos para que la NASA lo lleve a la Luna a partir de 2026 en busca de oxígeno.

El rover recolectaría suelo que contiene óxidos y la NASA usaría equipos separados para extraer oxígeno de ese material, dijo un comunicado del gobierno. El oxígeno extraído de la superficie lunar se utilizaría, en última instancia, para mantener la presencia humana en la Luna y apoyar futuras misiones a Marte.

El subdirector de la Agencia Espacial Australiana, Anthony Murfett, dijo que a la NASA le había impresionado la tecnología utilizada para controlar de forma remota desde mil 600 kilómetros enormes camiones que transportan hierro desde las minas en el noroeste de Australia. El acuerdo está en función de que el rover cumpla una serie de condiciones en su desarrollo.

Captan imágenes de los 42 mayores asteroides

Madrid. Con el Telescopio Muy Grande (VLT, por sus siglas en inglés), del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile, astrónomos obtuvieron imágenes de 42 de los mayores objetos del cinturón de asteroides, entre Marte y Júpiter.

Jamás se habían tenido imágenes tan nítidas de un grupo tan grande de asteroides. Las observaciones revelaron una amplia gama de formas curiosas, desde esféricas hasta similares a huesos de perro, que están ayudando a trazar los orígenes de esos cuerpos del sistema solar.

“Hasta ahora, sólo se han obtenido imágenes en detalle de tres grandes asteroides del cinturón principal, Ceres, Vesta y Lutetia, visitados por las misiones espaciales Dawn y Rosetta de la NASA y de la Agencia Espacial Europea, respectivamente”, explicó Pierre Vernazza, del Laboratorio de Astrofísica de Marsella, Francia, quien dirigió el estudio, publicado en Astronomy & Astrophysics.

El número reducido de observaciones de asteroides en detalle implicó que sus características claves, como su forma permanecieron desconocidas en gran parte hasta ahora. Entre 2017 y 2019, Vernazza y su equipo se propusieron llenar este vacío realizando un estudio exhaustivo de los cuerpos principales.

La mayoría de los 42 objetos de la muestra tienen un tamaño superior a 100 kilómetros. En particular, el equipo obtuvo imágenes de casi todos los mayores a 200 kilómetros, que resultaron ser 20 de 23. El equipo analizó los dos objetos más grandes, Ceres y Vesta, cuyo diámetro se estima en 940 y 520 kilómetros, en tanto que los dos más pequeños resultaron ser Urania y Ausonia, miden unos 90 kilómetros.

Nuestras observaciones ofrecen sólida evidencia de una migración sustancial de estos cuerpos desde su formación. En resumen, la enorme variedad en composición sólo puede comprenderse si los cuerpos se originaron en distintas regiones del sistema solar, explicó Josef Hanus de la Universidad Karlova, Praga, República Checa, uno de los autores del estudio.

Un aislante eléctrico hecho de dos conductores

La ley de Ohm establece que la resistencia de un conductor y el voltaje que se le aplica determinan la cantidad de corriente que fluye a través del conductor. Los electrones en el material (los portadores de carga negativa) se mueven de forma desordenada y en gran medida independiente unos de otros.

Sin embargo, cuando los portadores de carga se influyen mutuamente lo suficiente, pueden ocurrir cosas asombrosas.

Este es el caso, por ejemplo, en un material, descubierto hace unos años, que está hecho de capas especiales de grafeno. El grafeno es una lámina con un grosor de tan solo 1 átomo en la que los átomos (de carbono) están posicionados de tal manera que conforman una retícula hexagonal, parecida a la de un panal de miel.

Si dos capas vecinas de ese material están desalineadas ligeramente una respecto a la otra, los electrones pueden verse influidos de tal manera que interactúen fuertemente entre sí. Como consecuencia, el material puede, por ejemplo, convertirse en superconductor y, por tanto, conducir la corriente sin pérdidas.

Ahora, un equipo internacional que incluye, entre otros, a Klaus Ensslin, Thomas Ihn y Peter Rickhaus, del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zúrich (ETH), ha observado un nuevo estado en esa clase de materiales con dos capas dobles de grafeno levemente desalineadas.

En ese nuevo estado, los electrones, con carga negativa, y los huecos, con carga positiva, que son los electrones faltantes en el material, se correlacionan de tal modo que el material ya no conduce la corriente eléctrica. La clave está en ajustar el campo eléctrico de tal modo que en las capas la cantidad de electrones sea igual a la cantidad de huecos. Cuando este equilibrio se logra, la resistencia aumenta abruptamente.

En este estado neutro, por tanto, no hay carga. Sin embargo, permite transmitir información o conducir calor. Y se puede controlar con precisión a través del ángulo de desalineación y el voltaje aplicado. A diferencia de lo que sucede en materiales sometidos a estados parecidos en los que se crean pares de electrón y hueco por excitación mediante láser, en el nuevo estado logrado por Ensslin y sus colegas los electrones y los huecos están en su estado de menor energía.

Los investigadores creen que el nuevo estado puede tener aplicaciones prácticas, como por ejemplo conseguir memorias cuánticas menos vulnerables al “ruido” del campo eléctrico.

Ensslin y sus colegas exponen los detalles técnicos de su avance en la revista académica Science, bajo el título “Correlated electron-hole state in twisted double-bilayer graphene”.

Dispositivo biosimbiótico capaz de funcionar sin recargas sobre la piel del usuario

Los sensores que se llevan puestos para todo tipo de vigilancia fisiológica, como por ejemplo el recuento de los pasos que andamos, son cada vez más comunes. Pero para aplicaciones como evaluar el deterioro de la movilidad que se produce con la vejez, diagnosticar con rapidez enfermedades mortales, comprobar qué eficacia tiene un nuevo fármaco o hacer el seguimiento del rendimiento físico de los atletas profesionales, se necesitan dispositivos de grado médico.

El equipo de Philipp Gutruf, de la Universidad de Arizona en Estados Unidos, ha desarrollado un tipo de dispositivo ponible que califica de “biosimbiótico”. Los dispositivos de esta clase tienen varias ventajas sin precedentes. No solo se trata de dispositivos impresos en 3D a medida de cada usuario (se basan en escaneos corporales de los usuarios), sino que además pueden funcionar de forma continua mediante una combinación de transferencia inalámbrica de energía y almacenamiento compacto de energía.

Los actuales sensores para llevar puestos se enfrentan a varias limitaciones. Los relojes inteligentes, por ejemplo, necesitan recargarse y solo pueden recoger una cantidad limitada de datos debido a su ubicación en la muñeca.

Mediante escaneos en 3D del cuerpo del usuario, que pueden hacerse mediante métodos como la resonancia magnética, la tomografía computerizada e incluso una combinación cuidadosa de fotos tomadas con teléfonos inteligentes, Gutruf y su equipo pueden fabricar mediante impresión en 3D dispositivos a medida que se ajusten a diversas partes del cuerpo con toda perfección. Un dispositivo de esta clase puede tomar la forma de, por ejemplo, un brazalete de malla ligero y transpirable, que apenas se ve, diseñado específicamente para el bíceps, la pantorrilla o el torso. La posibilidad de usar sensores especializados en sendas partes del cuerpo permite a los investigadores medir parámetros fisiológicos que de otro modo resultaría una tarea muy difícil y aparatosa.

Algunos dispositivos ponibles para uso científico son parches que se adhieren a la piel, pero se desprenden de ella al cabo de no mucho tiempo, a veces casi de inmediato si el sujeto suda. Incluso los dispositivos ponibles más sofisticados utilizados en el ámbito clínico, como los monitores de electrocardiograma (ECG), se enfrentan a estos problemas. Además, no son inalámbricos, lo que limita mucho la movilidad de las personas portadoras. Difícilmente alguien puede ejecutar los movimientos físicos que su rutina diaria le exige si está conectado con cables a voluminosos dispositivos externos.

El dispositivo biosimbiótico que ha presentado el equipo de Gutruf no utiliza ningún adhesivo y recibe su energía de un sistema inalámbrico con un alcance de varios metros. El dispositivo también incluye una pequeña unidad de almacenamiento de energía, de modo que funcionará incluso si el usuario sale del alcance del sistema, incluso fuera de su vivienda.

Gutruf y sus colegas exponen los detalles técnicos de su nuevo dispositivo en la revista académica Science Advances, bajo el título “Biosymbiotic, Personalized and Digitally Manufactured Wireless Devices for Indefinite Collection of High-Fidelity Biosignals”. (Fuente: NCYT de Amazings)