Archivos de la categoría Ciencia

Descubren en Tabasco manglar que se alejó de la costa hace 125 mil años

· El ecosistema está a lo largo de la orilla del río San Pedro Mártir // Los árboles hallados sólo crecen en agua salada, señalan

Científicos descubrieron en México un misterioso manglar atrapado en el tiempo a cientos de kilómetros de la costa. Esto es inusual porque los manglares –árboles, arbustos y palmeras tolerantes a la sal– suelen encontrarse a lo largo de las costas tropicales y subtropicales, señalan en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

El equipo de investigadores, del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California, en San Diego, determinó que el manglar se aisló de sus similares costeros más cercanos geográficamente hace unos 125 mil años. A causa de que los niveles globales del mar eran mucho más altos en esa época por temperaturas atmosféricas más cálidas, sospecha que el área alguna vez fue una costeña porque los árboles Rhizophora mangle, hallados en el lugar, conocidos como manglares rojos, crecen sólo en agua salada.

Este mundo perdido se encuentra lejos de la costa, a lo largo de las orillas del río San Pedro Mártir, que va de la selva de El Petén, en Guatemala, a la región de Balancán, en Tabasco.

El equipo binacional se propuso descubrir cómo se establecieron los manglares costeros tan adentro, en agua dulce y completamente aislados del océano.

El estudio, que integra datos genéticos, geológicos y de vegetación con la modelización del nivel del mar, ofrece una primera visión de un antiguo ecosistema costero. Los investigadores descubrieron que los manglares de San Pedro llegaron a su ubicación actual durante el último periodo interglaciar y han persistido allí de forma aislada mientras los océanos retrocedían durante la última glaciación.

Si bien los investigadores empezaron a estudiar este ecosistema único de forma reciente, la gente local disfruta de él desde hace varias generaciones.

Instantánea del entorno global

El trabajo ofrece una instantánea del entorno global durante el último periodo interglaciar, cuando la Tierra se calentó mucho y los casquetes polares se derritieron por completo.

Lo más sorprendente de este estudio es que hemos podido examinar un ecosistema de manglares que ha estado atrapado en el tiempo durante más de 100 mil años, resaltó en un comunicado el coautor del estudio, Octavio Aburto-Oropeza, ecólogo marino del Instituto Scripps de Oceanografía.

Sin duda hay más cosas que descubrir sobre cómo se han adaptado las numerosas especies de este sistema a lo largo de las diferentes condiciones ambientales durante todos esos años. Estudiar estas adaptaciones pasadas será muy importante para entender mejor las condiciones futuras en un clima cambiante, explicó.

Al combinar múltiples líneas de evidencia, el estudio demuestra que el raro y único ecosistema de manglares del río San Pedro es una reliquia –es decir, organismos que han sobrevivido de un periodo anterior– de un mundo más cálido en el pasado, cuando el nivel relativo del mar era de seis a nueve metros más alto que en la actualidad, lo suficientemente alto como para inundar las tierras bajas de Tabasco y llegar a lo que ahora son los bosques tropicales en las orillas de esa corriente de agua.

El estudio pone de relieve los amplios impactos paisajísticos del cambio climático del pasado en las costas del mundo y muestra que durante el último interglaciar gran parte de las tierras bajas costeras del Golfo de México estaban cubiertas por el agua.

Los niveles globales del mar han variado muchas veces a lo largo de la historia de la Tierra debido, en parte, a cambios sutiles en la órbita del planeta alrededor del Sol los cuales hacen que reciba más o menos radiación solar, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.

Astronautas pasarán un mes en base instalada en el desierto de Israel para simular la vida en Marte

Mitzpé Ramon, Israel., En un cráter de 500 metros de profundidad, perdido en medio del desierto ocre de Neguev, astronautas con sus trajes espaciales caminan lentamente. ¿Su misión? Simular en el sur de Israel las condiciones de vida en Marte.

En este contexto tan peculiar del Mitzpé Ramon, el mayor cráter de erosión del mundo con 40 kilómetros de longitud, el Foro Espacial Austriaco (OeWF) instaló su base marciana, en colaboración con la agencia espacial israelí, dentro de la misión Amadee-20, prevista inicialmente el año pasado, pero aplazada debido a la pandemia de Covid-19.

El cráter, el desierto rocoso y los colores anaranjados del horizonte se parecen al paisaje de Marte, pero la ingravidez y el frío no tanto. Aquí tenemos temperaturas de 25 a 30 grados Celsius, en Marte de menos de 60 y la atmósfera es irrespirable, explicó el austriaco Gernot Grömer, quien supervisa la misión.

Durante casi un mes, seis astronautas análogos –término para describir a las personas que reproducen en la Tierra las condiciones de misiones largas en el espacio– oriundos de Portugal, España, Alemania, Holanda, Austria e Israel, vivirán aislados del mundo, en esta estación marciana. Sólo podrán salir de ella en escafandra, como si estuvieran en el planeta rojo.

Es un sueño hecho realidad, afirmó Alon Tenzer, astronauta israelí de 36 años. Es algo en lo que trabajamos desde hace varios años, estoy muy feliz de estar aquí, aseguró.

Para la inauguración de la estación el domingo, Alon se puso sus mejores galas: su equipo plateado, que pesa, según él, unos 50 kilos, y lleva dos o tres horas ponérselo.

Todos los miembros de la tripulación son voluntarios y tuvieron que pasar muchas pruebas físicas y sicológicas para participar en la misión.

Mi padre me llevaba al museo del espacio cuando era pequeña; él coleccionaba aviones y cuando supe que el foro buscaba a astronautas análogos me dije que tenía que presentarme, explicó la alemana Anika Mehlis, la única mujer del grupo.

El Foro Espacial Austriaco, organización privada que reúne a especialistas del sector aeroespacial, se asoció con el centro de investigación israelí D-Mars para construir esta base, en forma de polígono y alimentada con energía solar.

En el interior, la comodidad es espartana con una pequeña cocina y camas en literas, puesto que la mayor parte del espacio es para los experimentos científicos.

En un futuro, los resultados podrían ser cruciales, en la medida que la NASA se plantea enviar una primera misión tripulada a Marte para la década de 2030.

Tareas de la misión

Durante el mes en el que simularán la vida de Marte en la Tierra, los astronautas análogos tendrán que probar un prototipo de dron que funciona sin GPS y vehículos autónomos propulsados por el viento y la energía solar a fin de cartografiar el territorio.

Microbióloga de formación, Anika Mehlis se encargará de evaluar las posibilidades de contaminación microbiana, es decir, el riesgo de introducir en Marte bacterias terrestres que podrían acabar con cualquier tipo de vida existente en el planeta rojo. Sería un gran problema, destacó.

Además de probar equipamientos y tecnologías, la misión también quiere estudiar los comportamientos humanos, sobre todo el impacto del aislamiento en los astronautas.

Los perros podrían haber habitado Centroamérica desde hace 12 mil años

· Fósil de mandíbula, hallado en Costa Rica, clave en la investigación, apoyada por científicos de la UNAM

San José., Un fósil de mandíbula podría ser la clave para determinar que hace 12 mil años los perros habitaron América Central, a la par de animales gigantes, según un estudio de investigadores latinoamericanos. Si hubo perro, hubo amo.

En 1978, fue hallado en Nacaomé, en la provincia de Guanacaste, en Costa Rica, un depósito con restos óseos del Pleistoceno tardío (entre 12 mil y 10 mil años a C). En las excavaciones hechas a inicios de los años 90 se encontraron restos de un caballo gigante del género Equus sp, de un gliptodonte (armadillo de gran tamaño), de un mastodonte y una porción de mandíbula que se etiquetó como de un coyote.

Pero nos parecía muy extraño que hubiera un coyote en el Pleistoceno. Cuando empezamos a ver el resto óseo, detectamos características que podrían ser de un perro, explicó el investigador costarricense Guillermo Vargas.

Entonces buscamos más, lo digitalizamos con el escáner, que mejora lo que es un vernier (unidad de medida de precisión) y nos dio datos de que es un perro que convivía con personas hace 12 mil años en Costa Rica, señaló.

Hemos investigado mucho la historia de los cánidos porque son traza de presencia humana (…) Nos parecía extraño que esa pieza se clasificara como coyote, porque éste llegó a Costa Rica en el siglo XX, agregó.

En el caso del perro, cuando es doméstico, la mandíbula cambia, los dientes tienen menos cúspides, son menos puntiagudos y no son para destrozar huesos y carne, detalló.

El perro se alimenta de los excedentes de comida humana. Su dentición no es tan determinante para subsistir; caza grandes presas en complicidad con sus compañeros humanos. Esta pieza refleja la diferencia, sostuvo.

Proyecto Xulo

Vargas, la experta en nuevas tecnologías Natalia Rodríguez, también costarricense, y la gestora cultural nicaragüense Myrna Báez son parte de un grupo multidisciplinario y transfronterizo que, con el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), investiga desde hace seis años la relación de las culturas prehispánicas con estos animales.

Su investigación se enmarca en el proyecto Xulo, cuyo nombre alude al perro en lengua originaria de la zona arqueológica Gran Nicoya.

El biólogo y zooarqueólogo Raúl Valadez Azúa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, quien asesora al trabajo, observó imágenes del fósil e insiste en que podría tratarse de el mejor amigo del hombre.

De acuerdo con las teorías de poblamiento de América, el ser humano emigró desde Asia por el estrecho de Bering, cuando el nivel del mar descendió y el fondo quedó expuesto, como una plataforma terrestre, durante la última gran glaciación.

Los primeros perros domesticados entraron hace alrededor de 15 mil años al continente, producto de la migración de los asiáticos por el Estrecho de Bering. Nunca hubo perros sin personas. Estos se movieron de norte a sur como parte de grupos de cazadores y recolectores, explicó Valadez vía telefónica desde México.

Si bien hay evidencia de migración humana en México, Chile o la Patagonia, no se han hallado en Centroamérica, pero la presencia de perros confirmaría que también hubo gente con ellos.

El binomio perro-humano es inseparable. A veces no se profundiza en lo que puede significar un hallazgo de estos, pero puede reconstruir la historia del hombre, aseguró Valadez.

Es casi seguro que los muy pocos perros que lograron rebasar Centroamérica y abrirse paso en Sudamérica, donde sí pudieron asentarse, tuvieron que haber cruzado zonas estrechas y peligrosas, precisó.

Entre estos estarían los perros sin pelo, que datan de hace mil 600 años, representados en piezas arqueológicas de México y Perú.

La pieza está bajo el resguardo del Museo Nacional de Costa Rica.

Hacia la creación de un sistema cibernético líquido

El proyecto COgITOR tiene como objetivo formular un nuevo concepto de sistema cibernético artificial que pretende reducir, si no anular completamente, la rigidez del sistema, una rigidez que es típica de la inmensa mayoría de las estructuras sólidas usadas en la computación convencional. La meta final de COgITOR, de hecho, es crear un sistema cibernético líquido inspirado en el mundo celular y adecuado para la exploración de entornos extremos en la Tierra o en otros mundos. Tendrá forma esférica, estará recubierto por una piel sensible, similar en funciones a una pantalla táctil y que permitirá la interacción del sistema con su entorno, y estará dotado de un sistema de generación de energía basado en gradientes térmicos del entorno.

COgITOR es un proyecto financiado por la Unión Europea dentro del programa de investigación Horizonte 2020, con un presupuesto de aproximadamente 3,5 millones de euros para los próximos 4 años. El proyecto ha sido concebido y es coordinado por Alessandro Chiolerio, del Instituto Italiano de Tecnología (IIT). Chiolerio acumuló experiencia en este tipo de proyectos cuando trabajó en el Instituto Max Planck de Física de Microestructuras en Alemania y en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Estados Unidos.

Un sistema cibernético es, por definición, un sistema de reglas que rigen la interacción entre un ente individual y el entorno externo. Los investigadores de COgITOR tomarán como modelo una célula viva, es decir, un sistema cubierto por una membrana y lleno de una sustancia líquida y orgánulos que realizan funciones específicas, y con un núcleo en el centro. El sistema COgITOR estará compuesto por esferas concéntricas albergando disolventes enriquecidos con nanopartículas y con un chip de silicio en el centro.

Para fabricar la esfera, los investigadores planean desarrollar un polímero capaz de autorrepararse en caso de daño. En su interior se utilizarán nanopartículas ferroeléctricas, que serán capaces de responder a la presencia de un campo eléctrico mediante el uso de electrodos en la superficie interior de la esfera y se organizarán en formas coordinadas, como un cristal. Esta configuración podrá activarse o desactivarse conectando o desconectando el campo eléctrico. Esta capacidad será la base para codificar información.

“Tendremos que inventar un nuevo lenguaje de programación para nuestro sistema, algo que, en la jerga del sector, se conoce como computación no convencional. No podremos aplicar la lógica binaria, sino que tendremos que recurrir a una lógica holográfica radicalmente innovadora”, explica Chiolerio. “Nuestro objetivo para el prototipo es dotarlo primeramente con una capacidad de memoria reducida, el equivalente a un carácter (8 bits), pero el objetivo para el futuro es tener un sistema que ofrezca un mayor rendimiento que los sistemas tradicionales actuales”.

Nobel de Física para investigadores del clima y sistemas complejos

Estocolmo, 5 oct. El premio Nobel de Física fue otorgado hoy a Giorgio Parisi, Syukuro Manabe y Klaus Hasselmann por sus contribuciones a la predicción del calentamiento global y la comprensión de sistemas físicos complejos.

De acuerdo con el anuncio de la Academia Sueca de Ciencia el italiano Parisi, de 73 años, profesor en la universidad de La Sapienza, en Roma, fue recompensado por sus contribuciones revolucionarias a la teoría de materiales desordenados y procesos aleatorios.

‘Los sistemas complejos se caracterizan por la aleatoriedad y el desorden, por lo cual son difíciles de entender. Sus descubrimientos se encuentran entre las contribuciones más importantes a la teoría de sistemas complejos’, señaló el comunicado de la institución.

Puntualizó que los estudios del italiano hicieron posible comprender y describir muchos materiales y fenómenos diferentes y aparentemente completamente aleatorios, que incluyen el comportamiento de sistemas complejos a nivel microscópico.

La labor de Parisi tiene aplicaciones no solo en la física sino también en otras áreas como las matemáticas, la biología, la neurociencia y el aprendizaje automático (sector de la inteligencia artificial)

La Academia Sueca de Ciencia, que concede los lauros desde 1901, detalló además, que un sistema complejo de vital importancia para la humanidad es el clima de la Tierra.

En esa línea, resultaron ganadores también el japonés Syukuro Manabe, meteorólogo en Princeton, Estados Unidos; y el alemán Klaus Hasselmann, del instituto Max Planck de Meteorología, por sentar las bases del conocimiento del clima en la Tierra y cómo la humanidad influye en él.

Manabe, de 90 años, demostró cómo el aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera conduce a un aumento de las temperaturas en la superficie del planeta y, en la década de 1960, dirigió el desarrollo de modelos físicos del clima.

Fue la primera persona en explorar la interacción entre el balance de radiación y el transporte vertical de masas de aire. Su trabajo sentó las bases para el desarrollo de modelos climáticos actuales.

Una década después Hasselmann creó un modelo que vincula el tiempo y el clima, respondiendo así a la pregunta de por qué los patrones climáticos pueden ser confiables a pesar de que el clima es cambiante y caótico.

También desarrolló métodos para identificar señales específicas, huellas dactilares, que tanto los fenómenos naturales como las actividades humanas imprimen en el clima.

Sus métodos se han utilizado para demostrar que el aumento de temperatura en la atmósfera se debe a las emisiones humanas de dióxido de carbono.

‘Los descubrimientos que se están reconociendo este año demuestran que nuestro conocimiento sobre el clima descansa sobre una base científica sólida, basada en un análisis riguroso de las observaciones’, dijo Thors Hans Hansson, presidente del Comité Nobel de Física.

Todos los galardonados de este año han contribuido a que obtengamos una visión más profunda de las propiedades y la evolución de los sistemas físicos complejos, aseveró.

El Nobel de Medicina, al hallazgo sobre cómo el sistema nervioso percibe la temperatura

· Los descubrimientos de David Julius y Ardem Patapoutian serán útiles para la investigación de muchos tratamientos, sobre todo para el dolor crónico

París. El Premio Nobel de Medicina fue otorgado este lunes al estadunidense David Julius y a su connacional de origen libanés y armenio Ardem Patapoutian por sus hallazgos sobre cómo percibe el sistema nervioso la temperatura.

Sus descubrimientos revolucionarios nos han permitido comprender cómo el calor, el frío y la fuerza mecánica pueden desencadenar impulsos nerviosos que nos permiten percibir y adaptarnos al mundo, informó el jurado del Nobel en Estocolmo.

David Julius, de 65 años, profesor de la Universidad de California, en San Francisco, usó capsaicina (o capsicina), compuesto activo de los pimientos picantes que causa una sensación de ardor, para identificar un sensor en las terminaciones nerviosas de la piel que responde al calor.

Ardem Patapoutian, profesor de Scripps Research en California nacido en 1967 en Beirut, utilizó células sensibles a la presión para descubrir un nuevo tipo de sensores que responden a estímulos mecánicos en la piel y los órganos internos.

En ciencia, a menudo damos por hecho cosas que son muy interesantes, afirmó el más joven de los dos laureados a la Fundación Nobel.

Sabíamos que (esos sensores) existían, que hacían algo muy diferente a la mayor parte de las otras células que se comunican entre sí químicamente. Sin embargo, la respuesta era difícil de dar, apuntó Patapoutian.

Su trabajo es útil para la investigación de muchos tratamientos, sobre todo para el dolor crónico.

Ambos son investigadores increíbles que han abierto las puertas de las sensaciones de forma totalmente única, alabó Thomas Perlmann, director del Comité Nobel de Medicina.

Como todavía era de noche en la costa oeste de Estados Unidos, la Fundación Nobel tuvo dificultades para contactar con los galardonados, explicó. Hablamos con ellos por teléfono en el último minuto, primero conseguimos el número de teléfono de uno de los padres y de una cuñada.

El anuncio acabó con los pronósticos de los expertos, aunque David Julius figura desde 2014 en la larga lista de científicos aspirantes al Nobel del organismo Clarivate. En 2019 ganó el premio Breakthrough, dotado con 3 millones de dólares y creado por los fundadores de Google y Facebook.

Nunca te esperas que estas cosas pasen (…) Pensé que era una broma, declaró a la radio pública sueca.

Para el premio de este año los expertos apostaban por las vacunas de ARN mensajero, la adhesión celular, la epigenética, la resistencia a los antibióticos y los nuevos tratamientos en reumatología.

El calor de una taza de café, la caricia de un tejido en la piel… Explicar estas sensaciones tan corrientes como enigmáticas era el principal objetivo de Julius, según afirmó en una entrevista en 2020 para la revista BrainFacts.

Usa pimiento picante

El estadunidense determinó con sus investigaciones los mecanismos por los que un pimiento picante nos da una sensación de calor, descubrimiento que va más allá de lo gastronómico, ya que explica cómo percibimos las temperaturas.

Aunque ya se sabía desde hacía décadas el papel que tienen las células nerviosas en la percepción de la temperatura y en el sentido del tacto, todavía se ignoraba cómo las células localizaban esas sensaciones y las transmitían al cerebro.

Según destacó el comité del Nobel en un comunicado, las investigaciones de Julius y de Patapoutian permiten responder a la gran pregunta de cómo se convierten en impulsos eléctricos los estímulos mecánicos y de temperatura, a través de nuestro sistema nervioso.

En comparación, el funcionamiento de las células nerviosas respecto de la vista o el olfato estaba mucho más avanzado. El tacto seguía siendo un misterio.

A partir de la capsaicina, Julius descubrió una de las principales moléculas de las terminaciones nerviosas que se activan con el calor.

Este hallazgo, que data de 1997 permite comprender mejor cómo sentimos las temperaturas. Pero todavía quedaba por explicar el tacto, o mejor dicho, la sensación mecánica por la que percibimos, por ejemplo, una presión sobre la piel.

Esa es la principal aportación de su colega Patapoutian, que ya había trabajado en la percepción de la temperatura. En 2010, su equipo aisló por primera vez dos moléculas que tenían un papel en la percepción de los estímulos mecánicos.

Para encontrarlos, tuvieron que llevar a cabo un trabajo de hormigas. Durante casi un año los investigadores observaron células de ratones a los que les iban retirando un día una proteína, otro día, otra, e iban ejerciendo presión física sobre la célula, que respondía con descargas eléctricas.

Hasta el día en que una de las células no respondió debido a la proteína que faltaba y el gen que codifica su producción en la célula.

Los investigadores la bautizaron como proteína piezo, que en griego quiere decir presión, y pronto descubrieron una molécula hermana, piezo 2, con un papel muy importante en el tacto.

Si bien las investigaciones de Julius hicieron avanzar los conocimientos en la percepción de la temperatura, el “descubrimiento de los genes piezo fue una bomba en el campo de los mecanorreceptores, explicó a Afp el francés Bertrand Coste, quien trabajó en este hallazgo con Patapoutian.

Es la primera vez que identificamos estos genes y para los investigadores es crucial: cuando conoces el gen, puedes desarrollar herramientas que nos permitirán conocer mejor el tacto, aseguró.

Quedan muchas preguntas respecto de estas proteínas. No sabemos exactamente cómo interactúan en la transmisión, aun cuando su compleja estructura se conoce en detalle y puede ayudar a entender su funcionamiento preciso.

No obstante, estos descubrimientos tienen un interés concreto ya que abren la vía a tratamientos para ciertas patologías, por ejemplo, enfermedades raras en las que el paciente no percibe sus propios miembros.

El interés terapéutico será, sin embargo, mayor si se logra desentrañar este funcionamiento en la sensación de dolor.

La próxima etapa está clara: identificar los canales (…) que permiten la detección de los estimulantes mecánicos que provocan el dolor, considera Coste, quien trabaja en este tipo de investigaciones.

Identificar esas proteínas tendría potenciales terapéuticos increíbles (…) en los dolores crónicos o inflamatorios, concluyó.