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¿Y si te cruzas una luz roja del semáforo?

Se le conoce como oportunidad perdida, cuando una persona visita una unidad de salud y no se capta de forma precoz alguna patología que puede tratarse prontamente, no impidiendo su evolución dañina y las complicaciones que pudiese traer. 

Los semáforos son señales luminosas que indican quién debe pasar o detenerse, en el caso de un peatón cuándo debe cruzar una calle o en el caso de un conductor cuándo debe esperar porque es el turno de los peatones o cuándo circular.

Se usa hace más de 100 años y sus colores provienen del control de la circulación de los trenes de hace varios siglos, para que pararan con la luz roja o siguieran con la verde.

Independientemente de que los colores en la naturaleza demuestran belleza, en la ciudad el rojo es peligro, amarillo precaución y verde sin riesgo, nos hemos acostumbrado a su significado y adaptamos nuestro comportamiento basado en dichos colores. De hecho, muchas comunidades utilizan el semáforo de la COVID-19, como forma de alertar a la población para que mantengan o incrementen las medidas de prevención.

Aglomerar gente o permitir que estén en un molote, es exactamente igual que promover que el conductor o el peatón se cruce el semáforo en rojo, básicamente es colocar a la persona en el mayor riesgo posible de un accidente o de contagiarse de una enfermedad.

En ambos casos existe el fenómeno de la distracción, para el conductor, la música, el celular, el mensaje de texto, algo que le llame la atención en el entorno, en el caso del contagio es el ambiente creado de falsa seguridad, donde la persona se le oculta el riesgo o se le pone el semáforo en verde a sabiendas que al otro lado está en verde y vas a provocar una colisión con el riesgo que conlleva. Quitarle a la persona su derecho de conocer el riesgo de decidir sobre su conducta es grave.

Recuerdo que cuando surgió el SIDA yo decía que tenerlo y no usar preservativo, era igual de criminal que disparar una ametralladora a la gente que va pasando, ahora con la COVID-19, se repite.

Usted debe buscar información confiable para tomar su decisión de protegerse y proteger a los demás. Recuerda que el virus no discrimina, afecta ricos y pobres, de cualquier religión, etnia o nivel educativo y de cualquier lugar, es su decisión, está en sus manos el evitarlo. 

¿Qué debemos saber sobre el ahogamiento en agua?

Sabías que te podés hundir en menos de 10 segundos y que el ahogamiento dura uno o dos minutos como máximo, es una lucha silenciosa, porque estás concentrado en tratar de respirar y mantenerte fuera del agua, no pides ayuda a gritos ni agitas las manos para avisar. Solo con estos datos es suficiente para que reflexionemos que los menores y otros deben estar siempre supervisados cuando ingresan al agua.

Dr. Leonel Arguello Yrigoyen, Médico especialista en Epidemiología.

Nos pasa, que estando con nuestros hijos en un centro comercial o un parque, de repente se te soltaron de la mano y te angustias porque se te perdió en menos de un minuto, pero seguro lo encontrarás con vida, no es el caso si se encuentra en una piscina, el mar, un río, una pila u otra fuente de agua.

Ahogamiento en agua solo tomo 10 segundos hundirse

Otro dato, con menos de un cuarto de una taza que inhales te podés ahogar sin entrar al agua, solo necesitas un mililitro por cada kilogramo de peso. Para explicar mejor esto, imaginemos dos tubos al frente de nuestro cuello, en el primero pasa el aire que va hacia el pulmón y en el segundo que está detrás de este pasa la comida o líquidos que van al estómago, además tenemos una válvula que cierra donde entra el aire cuando comemos, a veces el agua se va por la vía equivocada y tosemos como mecanismo de defensa para sacarla y si se te va comida por donde pasa el aire te podés ahogar con un trozo de carne.

El agua muy fría hace que se te baje la temperatura de tu cuerpo, esto actúa como protector del cerebro, ya que reduce el ritmo del metabolismo, por lo que las necesidades de oxígeno bajan y se prolonga el tiempo de supervivencia.

El ahogamiento, en términos generales, comienza con el pánico y la agitación, sigue la lucha para mantener las vías respiratorias fuera del agua o sea respirar, continúa la sumersión o hundimiento inicial y contención de la respiración, posteriormente aspiras agua, perdés el conocimiento, aparece la insuficiencia respiratoria que te lleva a un paro cardiorrespiratorio y sobreviene la muerte y la incapacidad para revivirte. Si lamentablemente el cuerpo se hunde, los gases por la descomposición harán que floten a los 7 o 10 días.

Los factores de riesgo que predisponen a sufrir accidentes por inmersión y morir por ahogamiento son, la edad, niños de entre 1 y 4 años, seguido de los niños de 5 a 9 años, casi siempre por falta de supervisión de un adulto en la bañera o piscinas hinchables u otros lugares. El sexo masculino es el de más riesgo, hasta 3 veces más que el femenino, en parte porque les gusta correr más riesgo, consumir más alcohol y sustancias tóxicas, que disminuyen el estado de alerta del accidentado y su capacidad de orientación y respuesta, así como un mayor acceso al agua por razones laborales.

Incrementa el riesgo el uso de las embarcaciones inseguras y el no uso de salvavidas, además posibles enfermedades preexistentes (epilepsia, problemas cardíacos, baja de azúcar, Diabetes no controlada, enfermedades neuromusculares y problemas psiquiátricos, como depresión o ansiedad), así como personas con discapacidad y la falta de señalización de lugares peligrosos en el agua, especialmente donde ocurren más ahogamientos y por último tomar medidas pues cuando se presentan los desastres de inundaciones causan hasta un 75% de las muertes.

El abordaje de este problema de salud pública, que va en aumento cada año en nuestro país, especialmente durante la semana santa, debe ser multidisciplinario: nuevas políticas de seguridad, refuerzo de la legislación y la puesta en marcha de estrategias preventivas por parte de instituciones competentes, profesionales de la educación y sanidad. Crear conciencia de la relevancia de los ahogamientos y contar con los equipos de rescate lo más cerca posible del accidente, así como los mecanismos para para solicitar ayuda y avisar de forma precoz a los servicios de emergencias.

La supervivencia tras un ahogamiento ha aumentado de forma significativa en los últimos años, debido al comienzo temprano de las maniobras de reanimación cardiopulmonar, los primeros 10 minutos son esenciales, cada minuto reduce el oxígeno al cerebro y a los diez minutos ya no seguirá funcionando.

Siempre evitar poner en peligro la integridad física del rescatador, evitando así aumentar más muertes. Es necesario sacar a la víctima en menos de 10 minutos para atenderla en tierra y sospechar lesión en el cuello, por eso se mantiene a la persona boca arriba y extendido, con la cabeza de frente, si en caso tosa o vomite, se le colocará en posición lateral de seguridad, o sea de lado y con la cabeza de lado y retirar después la ropa húmeda y envolver con sábanas o ropa seca.

Es prioritario instalar rejas adecuadas en las piscinas, supervisar a los niños cuando se bañan, no confiarse en que saben nadar, manejar técnicas de reanimación básica, por todos los adultos que supervisan niños en el agua.

Hidalgo ¡Tiene algo!, una experiencia para todas las edades

La campaña “Hidalgo ¡Tiene algo!” busca mostrar la grandeza de la entidad a nivel nacional, la cual ha recibido recientemente los premios México Desconocido 2023 y Mágico México por Excelencia 2023 por sus atractivos turísticos.

La presentación de la marca turística “Hidalgo ¡Tiene algo!” en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) fue un éxito rotundo, con la entrega simbólica de reconocimientos a los municipios de Mineral del Chico y Zimapán. Durante el evento, la secretaria de Turismo de Hidalgo, Elizabeth Quintanar Gómez, se mostró entusiasmada por la transformación que está viviendo su entidad gracias a la visión del presidente Andrés Manuel López Obrador y del gobernador Julio Menchaca, lo que ha impulsado el turismo en la región como nunca antes.

Hidalgo ¡TIene algo!

Quintanar Gómez destacó que Hidalgo cuenta con una amplia variedad de atractivos turísticos, incluyendo turismo cultural, gastronómico, de Pueblos Mágicos, de aventura y naturaleza, balnearios, haciendas, zonas arqueológicas, museos y conventos, carnavales, aguas termales y más, lo que ha permitido que el estado responda a las exigencias de los turistas tras la pandemia.

Por su parte Nathalie Veronique Desplas Puel, secretaria de Turismo de la Ciudad de México, también reconoció la oferta turística de Hidalgo y su eficiente movilidad.

La marca turística fue promocionada en las instalaciones del AIFA, y Ricardo Álvarez Martínez, subdirector de Coordinación y Seguimiento de Acuerdos, agradeció a Hidalgo por elegir el aeropuerto como lugar para la presentación. El evento contó con la presencia de funcionarios hidalguenses y representantes del sector empresarial, quienes disfrutaron de diversas expresiones culturales y tradicionales de la región al finalizar la presentación.

Martes de Literatura: ¡Viva el futbolito!

En noviembre de 1936, a solo tres meses de comenzar la Guerra Civil Española, los fregadazos se centraron en Madrid, la cual permaneció en un horrible asedio por poco más de dos años.

En uno de esos feroces bombardeos por parte de los militares sublevados, que recibían armamento, soldados y hasta cervezas y canelones por parte de Hitler y Mussolini, un jovenzuelo de 17 años quedó enterrado entre los escombros.

Después de varios días lo rescataron con lo que le quedaba de vida, llevándolo a Valencia y de ahí a un hospital improvisado y mal equipado en Barcelona. El chico se llamaba Alejandro Campos Ramírez, pero pasaría a posteridad con el nombre de Alejandro Finisterre o Alexandro de Finisterra, según las copas que trajera encima, seudónimo que tomó de su pueblo natal, Finisterre, por allá en la Coruña, Galicia, ¡Ole!

En aquel entonces lo suyo era la bohemia, y con ello los sueños propios del poeta engallado en busca del Parnaso a través de la pluma, es decir, se quería morir de hambre como poeta-escritor. Pero también era muy creativo e inteligente, sobre todo para las cosas manuales. Durante su convalecencia en el hospital, que no fue corta, se enamoró de una guapa enfermera pechugona que para animar al personal daba recitales de piano. Queriendo quedar bien con ella, el joven le construyó un magnífico dispositivo: unas pinzas móviles accionadas mediante un pedal, que al pisarlo pasaban las hojas de las partituras. No sabemos si esto le granjeó los favores de la pechugona, pero aquel invento, llamado Paso de hojas mecánico, quedó registrado como el primero de muchos otros inventos de Alejandro Finisterre.

Poco después le surgió su segunda gran idea, nacida ésta de una cruel realidad: al ver a su alrededor tanto niño herido y lisiado, se le ocurrió que, así como existía el tenis de mesa, por qué no un fútbol de mesa para que los peques pudieran jugar su deporte favorito. El mismo Campos Ramírez cuenta la historia:

Poco antes de la Navidad de 1936 compré en Barcelona unas barras, y un carpintero vasco, Francisco Javier Altuna, también refugiado, me hizo la mesa y torneó las figuritas. El líder de CNT, Joan Busquets, un anarquista de Monistrol que tenía una fábrica de gaseosas, lo vio y me animó a patentar el invento. Lo patentó en enero de 1937…”

Y entonces ¡FUTBOLITO HABEMUS!

La vida de Campos Ramírez, alias Finesterre, fue de película. Bueno, de serie de Netflix pa’que se me entienda: Al terminar la horrible guerra civil (aprox 500 mil muertos) le dio por aprender “baile regional y folclore” y también Tap Dance. Entonces se metió en una tropa itinerante, con todo y oso bailarín, que no tardó en desbandarse, dejándolo sin quinto. Trató de regresar a su tierra mendigando para sostenerse, y cuando por fin llegó, lo meten al calabozo por vagancia. Para colmo, en ese momento (agosto de 1940) entró en vigor la ley que establecía el servicio militar obligatorio: nada mejor que los presos jóvenes para mandarlos de carne de cañón, pero a África, donde el joven se aventó cuatro años de infierno.

A finales de 1943, en un periódico de Salamanca leemos sobre la gira de “charlas folklóricas y recitales de poesía”, dadas por el “polifacético joven poeta Alejandro Finisterre”. ¡Ole! de nuevo. Pero después de una gira artística por la península el poetidancer decide emigrar a donde los poetas sí los voltean a ver y los croissants bailan claqué (tap): París. Es precisamente caminando por las calles de la famosa ciudad de la luz cuando Alejandro, atónito y escandalizado, vio en un escaparate que vendían futbolitos idénticos al suyo. Ni tardo ni perezoso se puso en contacto con el fabricante y comprobó que, en efecto, ¡era su diseño! Entonces, por medio de la Asociación Internacional de Refugiados y sus abogados, pudo lograr que se le compensara con un sustancioso billete. Entonces decidió invertir su dinero para irse al otro lado de la alberca. Aterrizó en Sudamérica y para vivir hizo desde juguetes e inventos (patentó más de 50), revistas literarias harto vanguardistas, ser protagonista de uno de los primeros secuestros de avión en la historia, hasta convertirse en México en prestigiado editor y en el representante y albacea universal del formidable poeta León Felipe.

Antes de partir a América, Alejandro tuvo oportunidad de ver publicada una de sus obras más significativas e innovadoras en el tema, Historia de la danza española (1948). Igualmente vio la puesta en escena de un ballet basado en su cuento Del amor y la muerte (1949), donde también le entró al quite echando brinquillo aquí y allá, aunque el leotardo ya apretaba.

Su primera parada en el continente fue Ecuador. Ahí fundó la Revista de Poesía Ecuador 0°0´0´´, Revista de Poesía Universal, una de las primeras en publicar los primeros, valga redundancia, textos de los escritores del más tarde famoso Boom (Vargas Llosa, García Márquez, Cortazar, etc.). De ahí saltó a Guatemala, donde junto a sus hermanos abrió una juguetería con el ingeniosísimo nombre de Juguetería Campos Ramírez Hermanos… ¡Ole!, creatividad sin límites. Fue el tiempo en que perfeccionó su futbolito, añadiéndole “barras telescópicas de acero sueco y mesa de caoba de Santa María de Guatemala” y a su vez promocionó otros inventos suyos, como el “basket de mesa”, “hundir la flota” (Batalla Naval) y sofisticadas cajas de música, que exportó a Estados Unidos con éxito.

Es también en Guatemala donde hace fuerte amistad con el Che Guevara. Claro, Alejandro era un izquierdista calcitrante y testarudo (gallego, pues). Precisamente su terquedad política y un negocio de máquinas tragamonedas medio turbio en el que andaba metido, hace que las autoridades decidan ponerlo de patitas en la calle, metiéndolo en un avión de regreso a España. Pero ¡oh, sorpresa!, el poetidancer no se iba a dejar así como así: en pleno vuelo se metió al baño, envolvió la barra de jabón del lavabo en papel aluminio y con todos los cojones propios del que no tiene nada que perder salió gritando que iba a explotar aquella bomba en su mano si el avión no lo bajaba ya. ¡Joér! Pues nada, el avión obedeció y lo bajaron en Panamá.

Para 1956 lo encontramos en Ciudad de México muy activo en la vida literaria, que entonces no era menor. Recuérdese que el exilio español y sus protagonistas en materia literaria y filosófica dieron un buen levantón a las letras mexicanas. Por lo mismo, al ver que sus famosos inventos ya pertenecían al reino de la piratería y que jamás iba a poder cobrar algo, el gallego treintañero decidió centrarse en el mundo de la edición, fundando la Editorial Finesterre Impresora. En ella editó libros de arte y obras de poetas e intelectuales en boga y emergentes, reencontrándose con grandes personajes, como León Felipe, Octavio Paz, Ramón Xiarau o Ernesto Cardenal. Pronto el poetidancer se volvió famoso por sus ediciones artesanales, cuidadas por él mismo hasta el último milímetro y detalle.

A la muerte de León Felipe, 1968, don Alejandro quedó como su albacea universal, que eran todos los manuscritos de sus obras, editadas e inéditas, así como correspondencia y cantidad de diversos materiales ligados a la vida del poeta. Hacia 1982, gracias a él, se publicó la obra completa del poeta Zamorano que murió en el exilio en México (todavía se puede ver la estatua de León Felipe que Finesterre mandó a hacer y colocar, en 1973, en la Casa del Lago, Chapultepec).

Al final de su vida, junto a su mujer por más de 30 años, la cantante lírica María Herrero Palacios, el inquieto poetidancer regresó a España a vivir en Aranda de Duero (Burgos):

“Era una persona tocada por la vara del universo. Muy noble. Rebelde ante las injusticias, justiciero, humano. Muy neutral. Muy fuerte. Y muy generoso, porque ayudó a muchísima gente” (María Herrero)

El inquieto poetidancer, Alejandro Finesterre, fue “un hombre tímido, algo retraído, sonriente y eficaz”. Si bien era una leyenda por haber inventado el futbolito, no hablaba mucho de ello, aunque sin chistar afirmaba que lo que verdaderamente le llevó a los libros fue su invención del