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Nuevo método ‘verde’ para eliminar metales en aguas residuales

La presencia de pequeñas cantidades de metales pesados en las aguas residuales implica un problema serio para la posterior reutilización de estas aguas, por lo que encontrar métodos de eliminación de metales pesados es objeto de estudio desde hace décadas.

Existen numerosas técnicas para eliminar o reducir la cantidad de estos metales en el agua. La precipitación química, el intercambio de iones y la adsorción son las técnicas más utilizadas en la práctica para el tratamiento de aguas residuales.

Uno de los métodos químicos utilizados es la precipitación de ferritas de estos metales, que son compuestos magnéticos que pueden separarse fácilmente del medio mediante un imán. El procedimiento es sencillo y se basa en la adición de una sal de Fe3+ y un medio básico (OH) al agua contaminada con iones metálicos (Mx+), lo que permite la formación de ferritas metálicas (MFe2O4).

En general, esta metodología se ha utilizado para tratar altas concentraciones de iones metálicos. Como resultado, las ferritas producidas contienen impurezas, y no hay control de las propiedades del material obtenido.

En un estudio reciente, investigadores del grupo MATELEC en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en España han ideado una nueva metodología rápida, sencilla y que no genera residuos, ya que los materiales que se forman son recuperados fácilmente y pueden ser reutilizados.

El equipo de Luis Duque ha determinado cómo mediante la aplicación de una corriente eléctrica se reduce la toxicidad de las aguas y, simultáneamente, se forman ferritas de composiciones y morfologías controladas, y por tanto de propiedades bien definidas.

Esto último, según los autores del estudio, aporta un valor añadido, ya que permite su uso en campos como biomedicina, catálisis o incluso el tratamiento de aguas para la eliminación de agentes contaminantes emergentes, como antibióticos y hormonas o subproductos de la industria.

Esta metodología ofrece además la posibilidad de recuperar altas cantidades de iones de cobalto y níquel en una celda de flujo continuo que permite la recuperación en volúmenes mayores de contaminantes.

La metodología desarrollada para la eliminación de cobalto y de níquel, elementos muy abundantes en aguas de zonas mineras, es muy sencilla. Se emplean dos láminas de hierro que se introducen en una celda o recipiente que contiene el agua contaminada, y se hace circular una corriente eléctrica de intensidad constante. La lámina de hierro con polaridad positiva generará iones Fe2+, mientras que el hierro con polaridad negativa proporcionará iones OH causados por la reducción del agua.

“La presencia de otro metal como níquel o cobalto en aguas residuales reaccionará con estos iones para producir la ferrita correspondiente”, explican los autores del estudio. “El sistema puede aumentarse de escala mediante un reactor en flujo donde el agua residual que contiene los metales a eliminar pasa de forma continua a través de una celda que contiene varias láminas de hierro conectadas en paralelo de forma alterna a los polos positivos y negativos, haciendo la recuperación más eficiente”.

A partir de soluciones de aguas residuales simuladas con iones de cobalto y/o níquel (II), los investigadores determinaron que la recuperación de estos metales mediante la formación electroquímica de ferritas es cercana al 100% si la concentración de cada contaminante es de hasta 100 miligramos por litro. Las partículas que se forman son homogéneas, de un tamaño medio de 25 nanómetros, y con propiedades ferromagnéticas.

El estudio se titula “Novel, simple, and environmentally safe method for wastewater pollutant removal”. Y se ha publicado en la revista académica Journal of Water Process Engineering. (Fuente: UAM)

El objeto volador artificial más pequeño

Con un tamaño similar al de un grano de arena, un singular dispositivo fabricado recientemente tiene capacidad de vuelo, aunque no autopropulsado. Vuela empujado por el viento gracias a su aerodinámica, al igual que la semilla en forma de hélice de un arce. La minúscula aeronave gira sobre sí misma, como las palas de un helicóptero, y se mantiene en el aire mucho más tiempo que si tuviera una forma vulgar.

El singular dispositivo, descrito por algunos como un microchip volador, ha sido creado por el equipo de John A. Rogers, de la de la Universidad del Noroeste en Estados Unidos.

Estudiando las semillas de arce y de otros vegetales dispersadas por el viento, el equipo de Rogers optimizó la aerodinámica de su microaeronave para asegurar que, cuando se la deje caer desde suficiente altura, descienda lo más despacio posible hacia el suelo. Su diseño estabiliza su vuelo, facilita su transporte horizontal por el viento y aumenta su tiempo de interacción con el aire, lo que la hace ideal para vigilar la contaminación atmosférica y los agentes infecciosos propagados a través del aire.

A pesar de ser las estructuras voladoras más pequeñas creadas por el ser humano, estos vehículos también pueden ir provistos de carga útil, en su caso tecnología ultraminiaturizada como sensores, fuentes de energía, antenas para la comunicación inalámbrica y memoria integrada en la que almacenar datos.

Para diseñar las microaeronaves, el equipo de Rogers estudió la aerodinámica de las semillas de varios vegetales, inspirándose directamente en la planta Tristellateia, una enredadera con semillas en forma de estrella. Las semillas de Tristellateia tienen alas a modo de aspas de helicóptero que aprovechan la fuerza del viento para alargar al máximo el tiempo que transcurren en el aire.

“La evolución fue probablemente la fuerza motriz de las sofisticadas propiedades aerodinámicas que presentan muchas clases de semillas”, razona Rogers. “Estas estructuras biológicas están diseñadas para caer lentamente y de forma controlada, de modo que puedan interactuar con el viento durante el mayor tiempo posible. Esta característica maximiza la distribución lateral de las semillas desprendidas y lo hace mediante mecanismos puramente pasivos y aéreos”.

Rogers y sus colegas exponen los detalles técnicos de su microaeronave en la revista académica Nature, bajo el título “Three-dimensional electronic microfliers inspired by wind-dispersed seeds”. (Fuente: NCYT de Amazings)

Hallan en zonas de formación de planetas una gran abundancia de sustancias necesarias para la vida

El descubrimiento implica que la vida en el universo debe ser más común de lo que se creía.

El hallazgo lo ha hecho un equipo que incluye, entre otros, a John Ilee y Catherine Walsh, ambos de la Universidad de Leeds en el Reino Unido.

El equipo de investigación detectó las sustancias mediante el análisis de “huellas dactilares” únicas en la luz emitida por el material que rodea a las estrellas jóvenes.

Las sustancias, orgánicas y de moléculas grandes, fueron identificadas en discos protoplanetarios situados alrededor de estrellas recién formadas. Un disco similar rodeó al joven Sol, formando los planetas que ahora componen nuestro sistema solar. La presencia de las sustancias es importante porque son “peldaños” entre las sustancias más simples basadas en el carbono, como el monóxido de carbono, que se encuentran en abundancia en el espacio, y los compuestos de carbono más complejos que se requieren para crear y mantener la vida.

El equipo de investigación buscaba cianoacetileno (HC3N), acetonitrilo (CH3CN), y ciclopropenilideno (c-C3H2) en cinco discos protoplanetarios, conocidos como IM Lup, GM Aur, AS 209, HD 163296 y MWC 480. Los discos protoplanetarios se encuentran a distancias de entre 300 y 500 años-luz de la Tierra. Todos los discos muestran signos de formación planetaria en curso en su interior.

Los investigadores encontraron las sustancias en cuatro de los cinco discos observados. Además, su abundancia ha resultado ser mayor de lo que los científicos esperaban.

La presencia de ese material en los discos protoplanetarios significa que estos nutrirán a los nuevos planetas con el material de construcción necesario para la formación de la vida.

Se cree que en su infancia la Tierra fue sembrada con material de esa clase a través de impactos de asteroides y cometas que se habían formado en el disco protoplanetario alrededor del Sol. Pero hasta ahora no se tenía ningún indicio sobre qué porcentaje de discos protoplanetarios puede albergar depósitos de sustancias orgánicas complejas capaces de crear compuestos de importancia biológica. El nuevo estudio comienza a contestar esa pregunta.

“Si estamos encontrando moléculas como estas con abundancias tan grandes, nuestro conocimiento actual de la química interestelar sugiere que también deberían ser observables moléculas aún más complejas”, aventura Ilee.

El estudio se titula “Molecules with ALMA at Planet-forming Scales (MAPS) IX: Distribution and properties of the large organic molecules HC3N, CH3CN, and c-C3H2”. Y se ha publicado en la revista académica The Astrophysical Journal Supplement Series. (Fuente: NCYT de Amazings)

Enseñan a vacas a usar letrinas para evitar la contaminación por amoniaco

· Producido por los desechos, se filtra en el suelo, los microbios lo convierten en óxido nitroso, gas de efecto invernadero más importante tras el metano y el dióxido de carbono, explican.

Madrid. En una granja en la que las vacas hacen sus necesidades al aire libre mientras pastan, la acumulación y propagación de residuos suele contaminar el suelo y los cursos de agua locales.

Esto puede controlarse encerrándolas en establos, pero en estos espacios cerrados su orina y heces se combinan para crear amoniaco, gas de efecto invernadero indirecto.

Según un estudio publicado en la revista Current Biology, investigadores muestran que las vacas pueden ser entrenadas para usar letrinas, lo que permite recoger y tratar los desechos, limpiando así el establo y reduciendo la contaminación del aire, así como creando granjas más abiertas y respetuosas con los animales.

De manera normal se asume que el ganado no es capaz de controlar la defecación o la micción, como muchos animales de granja, es muy inteligente y puede aprender mucho, por qué no a usar una letrina, afirma Jan Langbein, coautor del estudio y etólogo del Instituto de Investigación de Biología de Animales de Granja (FBN) en Alemania.

Para enseñar a los terneros a usar esos depósitos, proceso que denominaron entrenamiento MooLoo, el equipo, con científicos del FBN, el Instituto Friedrich-Loeffler, en Alemania, y la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, trabajó al revés. Empezó por premiarlos cuando orinaban en la letrina, y luego les permitieron acercarse a esos depósitos desde fuera cuando necesitaban orinar.

El amoniaco producido en los desechos de las vacas no contribuye de manera directa al cambio climático, pero cuando se filtra en el suelo, los microbios lo convierten en óxido nitroso, el tercer gas de efecto invernadero más importante después del metano y el dióxido de carbono. La agricultura es la mayor fuente de emisiones de amoniaco, y la ganadería representa más de la mitad de ese aporte.

Procedimiento

Hay que intentar incluir a los animales en el proceso y guiarlos hacia lo que deben aprender. Suponíamos que sería posible entrenarlos, pero no sabíamos hasta qué punto, señala Langbein.

Para fomentar el uso de la letrina, los investigadores querían que los terneros asociaran el hecho de orinar fuera de ella con una experiencia desagradable. Como castigo, primero utilizamos unos auriculares y reprodujimos un sonido muy desagradable cada vez que hicieran sus necesidades fuera. Pensamos que esto castigaría a los animales, no de forma demasiado aversiva, pero no les importaba. Al final, un chorrito de agua funcionó bien como disuasión suave, sostuvo.

En el transcurso de unas semanas, el equipo de investigación consiguió entrenar a 11 de las 16 terneras del experimento. De forma sorprendente, los animales mostraron un nivel de rendimiento comparable al de los niños y superior al de los muy pequeños.

Langbein es optimista y cree que, con más entrenamiento, este porcentaje de éxito puede mejorar. Después de 10, 15, 20 años de investigación con el ganado, sabemos que los animales tienen una personalidad, y manejan las cosas de forma diferente. No son todos iguales, destaca.

Ahora que los investigadores saben cómo entrenar a las vacas para que hagan sus necesidades, quieren trasladar sus resultados a alojamientos reales para el ganado y a sistemas exteriores. Langbein espera que en unos años todas vayan al baño.

Probable, que civilizaciones extraterrestres hayan existido antes que nosotros: Avi Loeb

· En entrevista, el catedrático de Harvard afirma que la ciencia no debe rechazar dogmáticamente posibles explicaciones debido al estigma social o a las preferencias culturales

A sus pocos años de vida, Avi Loeb veía el cielo e intuía que los humanos no estaban solos en el universo. Pero cuando comentaba eso, sentía frustración porque a los demás les parecía irrelevante.

Hoy, a los 58 años, sigue siendo un niño que no pierde la curiosidad ni la inocencia; sin embargo, a veces la frustración de antaño vuelve a él cuando sus compañeros de profesión cierran filas para no considerar sus hipótesis sobre la posibilidad de que exista vida extraterrestre.

Aunque sus más de 700 artículos y ocho libros se enfoquen en el nacimiento de las estrellas, los agujeros negros o el futuro del universo, sufrió escarnio mundial tras la publicación de su teoría sobre Oumuamua: objeto inusual que se acercó a la Tierra en 2017 y que, según Loeb, no era de origen conocido; no se trataba de un cometa ni de un meteorito y, posiblemente, era obra de tecnología de una civilización que ya no está en este tiempo.

La mofa hacia él continuó con la publicación del libro Extraterrestre(editado por Planeta), que abunda en el debate de que Oumuamua fuera una vela solar, una boya universal o una chatarra obra de vida inteligente que se topó con nosotros.

Lo más transformador de la humanidad

Tras plantear dicha hipótesis, se desató la polémica, porque descubrir que hay vida inteligente más allá de la Tierra podría ser el hecho más transformador en la historia de la humanidad, considera Loeb, astrónomo, quien además de ser catedrático de posgrado y posdoctoral de la Universidad Harvard en Cambrigde, es fundador y director de la iniciativa Hoyo Negro, director del Instituto de Teoría y Computación del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica y del Consejo de Asesores de la Presidencia de Estados Unidos.

Ahora, tiene junto a otros entusiastas colegas el Proyecto Galileo, cuyo objetivo es hallar objetos inusuales. Pero ni ello le valió para escapar del escarnio y desdén de la comunidad científica respecto de su teoría que, por cierto, se inició para él años atrás con la búsqueda de hidrógeno.

Durante la tormenta mediática que se cernió sobre él, hubo algo que lo animó: Si respondiendo a las exigencias de los medios logro atraer a la ciencia a un solo niño del mundo, me daré por satisfecho… ¿Qué pasó con la curiosidad e inocencia de cuando éramos pequeños?, expone en su libro Loeb, quien también colaboró con el astrofísico Stephen Hawking.

La pregunta más común para él en los recientes meses ha sido: ¿Estamos solos en el universo? Probablemente, no. Millones de estrellas han existido en nuestro pasado. Y es muy probable que haya civilizaciones que han estado antes que nosotros desarrollando tecnología. Es como la arqueología, que estudia culturas que ya no están, pero encuentra algo que indica que estuvieron antes que nosotros, sostuvo el científico en entrevista con La Jornada, pretexto de su participación, este día a las 4 de la tarde de manera digital, en el Hay Festival Querétaro.

Cuando presentó Extraterrestre,Avi fue contundente: “Pensar que somos únicos, especiales y privilegiados es arrogante. La postura correcta es ser modesto y decir: ‘No somos nada especial, hay muchas otras culturas por ahí y sólo tenemos que encontrarlas’”.

Sólo una estructura pasajera

Se refería a que las posibilidades de hallar vestigios de otras civilizaciones son grandes, pues somos insignificantes no sólo porque el cosmos es inmenso, sino debido a que nosotros mismos somos muy pequeños; somos sólo una estructura pasajera que viene y va.

El profesor asegura que el primer contacto que podríamos tener con alguna inteligencia extraterrestre no sería con criaturas biológicas. Lo más probable es que se hallen evidencias de tecnología.

Avi Loeb está convencido de que sus pares en la comunidad científica están tan absortos y han olvidado teorías sobre la vida extraterrestre que han teorizado científicos como Frank Drake, Giuseppe Cocconi, Philip Morison y Enrico Fermi.

Considera: No sabemos si las condiciones de vida como la nuestra se han reproducido. Aunque los humanos han emitido radioseñales desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, con las de televisión o la de los teléfonos portátiles y demás, es una ventana muy corta de tiempo comparada con la existencia del universo (13 mil 800 millones de años). Si alguna civilización detectara esas señales sería complicado tener una respuesta. Las signos u objetos que hemos hallado, probablemente fueron realizados hace mucho tiempo, pero aún están por ahí.

–¿Por qué la comunidad rehúsa estudiar seriamente objetos anómalos como Oumuamua?

–Uno de los motivos por lo que empujan hacia atrás, es porque prefieren mantener su distancia. Esa parte de la comunidad prefiere no correr riesgos. Cuando mostramos las anomalías de Oumuamua, varios científicos dijeron: ‘Es sólo un objeto inusual’, pero al final resultó ser algo que no habíamos visto nunca. Sugerí que si no lo habíamos visto nunca, entonces su origen podría ser artificial.

La ciencia no debe rechazar dogmáticamente posibles explicaciones extraterrestres debido al estigma social o las preferencias culturales. Ahora tenemos que atrevernos a mirar a través de nuevos telescopios, tanto literal como figurativamente.

Buscar reliquias

El Proyecto Galileo tiene de inicio un presupuesto modesto de 2 millones de dólares para su funcionamiento, precario monetariamente comparado con el proyecto del descubrimiento de ondas gravitacioneles de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos, en el que se han invertido millones y millones de dólares y no se ha encontrado nada. Ahora nuestra obligación, y la de la comunidad científica, es buscar reliquias que otras civilizaciones dejaron por ahí.

–¿Tenemos la suficiente tecnología para encontrar signos de vida extraterrestre?

–Vamos en dos direcciones. Una de ellas es encontrar más objetos como Oumuamua con los telescopios y tomar fotografías de alta resolución, interceptar sus trayectorias y ver si son de roca o de alguna tecnología a identificar para definir si se trata de algo de origen terrestre o no.

–¿Está de acuerdo en que el descubrimiento de vida extraterrestre sería el más grande evento en la historia de la humanidad?

–Definitivamente, porque su impacto sería inimaginable.

–¿Estamos preparados para hallar vida más allá de la Tierra?

–No creo. Puedes ver la negativa de parte de la comunidad a ello tras la salida de mi libro. Algunos científicos, básicamente, marcaron su distancia, incluso, recibí ataques sólo por tratar de promover mis teorías.

Privilegio de ser científico

–Cuando somos niños tenemos una mente abierta. ¿Por qué se pierden la curiosidad que, al menos, deben tener los científicos?

–Tengo el privilegio de ser científico, para lo que se debe tener, en mi opinión, curiosidad. Como estudioso es necesario aprender, buscar evidencias y también atreverte… Y eso es lo que hacemos cuando somos pequeños.

–En sus conferencias, ¿algún niño le ha preguntado sobre si existen aliens?

–Sus preguntas me han hecho no rendirme. Me recuerdan no perder la curiosidad y eso me anima, porque no hacen preguntas intelectuales, sino naturales. Cada semana recibo decenas de correos electrónicos en los que la gente me expresa su emoción por las teorías del libro, que tiene la idea de tratar de incitar a un acercamiento hacia la ciencia.

–Gran influencia en su investigación sobre vida extraterrestre es por el estudio de filosofía que su mamá le inculcó. ¿Es necesario abordar el tema de una forma filosófica o, simplemente, ser humildes para aceptarlo?

–Yo no he mostrado evidencias filosóficas, sino científicas. La cuestión se puede resolver científicamente, pero la filosofía es importante, porque te da una perspectiva más amplia. Si no tenemos mente abierta estaremos como en los pasados 40 años: invirtiendo millones de dólares sin encontrar nada. Necesitamos mirar a través de la ventana; ver que no somos los únicos en el barrio universal.

Si los humanos pudieran confirmar la existencia de vida inteligente más allá de la Tierra, Avi Loeb sería el hombre más feliz de la humanidad… sigo buscando evidencias sin perder la curiosidad y aprendiendo de otros.

De La Jornada.

Presentan nueva teoría acerca de cómo la Tierra obtuvo su oxígeno

· Al ralentizar el movimiento de rotación, los días se hicieron más largos y la luz ayudó a que cianobacterias produjeran más de ese elemento respirable, señalan

Científicos tienen una nueva idea sobre cómo la Tierra obtuvo su oxígeno: el planeta redujo su velocidad y los días se hicieron más largos.

Un estudio publicado ayer propone y pone a prueba la teoría de que una luz diurna más prolongada y continua hizo que extrañas bacterias produjeran enormes cantidades de oxígeno, haciendo posible la mayor parte de la vida tal como la conocemos.

Un equipo internacional propone que el aumento de la duración del día en la Tierra primitiva –el giro del joven planeta se fue ralentizando de forma gradual con el tiempo, haciendo que los días fueran más largos– puede haber impulsado la cantidad de oxígeno liberado por las cianobacterias fotosintéticas, determinando así el momento de la oxigenación, según publican en Nature Geoscience.

Su conclusión se inspiró en un estudio de las comunidades microbianas actuales que crecen en condiciones extremas en el fondo de un sumidero de Middle Island en el lago Hurón, en Michigan, Estados Unidos, a 30 metros bajo la superficie del agua, la cual en ese sitio es rica en azufre y baja en oxígeno, y las bacterias de colores brillantes que prosperan allí se consideran buenos análogos de los organismos unicelulares que formaban colonias similares a alfombras hace miles de años, cubriendo las superficies del suelo terrestre y marino.

Los científicos sacaron bacterias púrpuras pegajosas del sumidero y manipularon la cantidad de luz que recibían en experimentos de laboratorio. Cuanta más luz continua recibían los microbios, más oxígeno producían.

Uno de los grandes misterios de la ciencia es cómo la Tierra pasó de ser un planeta con un mínimo de oxígeno al aire respirable que tenemos ahora. Desde hace tiempo, los científicos piensan que los microbios, llamados cianobacterias, estaban involucrados, pero no podían determinar qué fue lo que inició el gran evento de oxigenación.

De seis a 24 horas

Los científicos del estudio teorizaron que la lenta rotación de la Tierra, que gradualmente pasó de seis horas a las actuales 24, fue clave para que las cianobacterias generaran una mayor cantidad de aire respirable.

Hace unos 2 mil 400 millones de años había tan poco oxígeno en la atmósfera de la Tierra que apenas podía medirse, por lo que no existía vida animal o vegetal como la que conocemos. En lugar de ello, muchísimos microbios respiraban dióxido de carbono y en el caso de las cianobacterias producían oxígeno en la primera forma de la fotosíntesis.

Al principio no era mucho, pero en apenas 400 millones de años la atmósfera de la Tierra pasó de tener una décima parte de la cantidad de oxígeno que hay ahora, un enorme incremento, señaló la autora principal del estudio, Judith Klatt, bioquímica en el Instituto Max Planck de Alemania. El aumento en los niveles de ese elemento permitió que las plantas y animales evolucionaran, y otros vegetales se unieron para producirlo, añadió.

Pero ¿por qué las bacterias empezaron a producir oxígeno? Ahí es donde entra el oceanógrafo de la Universidad de Michigan, Brian Arbic, quien al escuchar la conferencia de un colega sobre las cianobacterias, se dio cuenta de que el evento de oxigenación coincidió con el momento en el que los días en el planeta se hicieron más largos. La rotación se ralentizó debido a la complicada física de la fricción de la marea y la interacción con la Luna.

Gregory Dick, del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Michigan, en un comunicado enviado desde la cubierta del R/V Storm, un buque de investigación de la NOAA que transportó a científicos y buzos para recoger muestras desde la ciudad de Alpena, Michigan, hasta el sumidero de Middle Island, señala: Nuestra investigación sugiere que la velocidad a la que gira la Tierra, en otras palabras, la duración del día, puede haber tenido un efecto importante en la pauta y el momento de la oxigenación.