Dr. Leonel Arguello Yrigoyen, médico especialista en Epidemiología
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En el mundo estamos observando un incremento de número de casos de la COVID-19, a pesar de que se están haciendo muchos menos exámenes de laboratorio que antes. Con solo este dato, es suficiente para saber que el problema es más grande, de lo que estamos observando. Además, en América Latina vemos el mismo fenómeno de crecimiento del número de casos, acompañado de una relajación de las medidas de prevención. Posiblemente Guatemala es de los pocos países del área que está requiriendo de forma obligatoria la utilización de la mascarilla en lugares cerrados.
Por supuesto también observamos una disminución en el número de pacientes complicados, hospitalizados y fallecidos, recordando que siguen siendo las personas mayores de 60 años, los enfermos crónicos y aquellos que tienen problemas de defensas o inmunidad baja, los de mayor riesgo de morir.
Por otro lado, la aparición de la variante Ómicron, la cual ha prevalecido más tiempo que sus predecesoras, llama la atención porque presenta una diferencia con las demás, ya que ha generado sub variantes, que están causando mayor número de enfermedades de forma más rápida, te pueden re infectar si no te enfermaste previamente por alguna de ellas y si la comparamos a las variantes anteriores, como la Delta, el período de incubación, entre que te infectas y aparecen los síntomas, se ha reducido en 3 o 4 días en la mayoría de los casos, aunque puede aparecer hasta el día 14 post exposición con el virus. Esta reducción hace que tu capacidad de contagio sea mayor y ocurran más casos, que son los que llevan a que surjan nuevas variantes.
El peligro latente de que las sub variantes de la Ómicron sean más contagiosas, lleva a la posibilidad del surgimiento de otra variante, que no sabemos si será igual o peor que las que les antecedieron.
La reducción a nivel individual, familiar y comunitario de las medidas de prevención es un terreno fértil para que las infecciones respiratorias continúen. En el caso de nuestro país, aunque no se ha prevenido con suficiente fuerza la enfermedad, continúan de forma irresponsable, aglomerando personas, cuando ya todos sabemos que esto es sumamente peligroso porque disemina el contagio, existe un ambiente de falsa seguridad y lamentablemente se observan los buses sin ninguna medida de prevención, no se usan mascarillas, no se desinfectan las manos, no existe suficiente ventilación, ni tampoco en las paradas, donde las personas también se aglomeran.
Entonces seguimos jugando al inocente, haciendo exactamente todo lo contrario y por tanto no controlamos la enfermedad y vamos a seguir pagando un alto costo humano irreparable.
Continúan llegando millones de dólares y el Ministerio de salud ni el gobierno cambian la estrategia, entonces para que endeudarnos en algo que no está funcionando, es como botar el dinero y tener que pagarlo después. No fue suficiente más de 15,000 fallecidos de forma innecesaria por COVID-19 directa e indirectamente, para tomar las acciones correctivas o es que necesitamos más muertes para actuar seriamente a nivel del gobierno y la sociedad civil de manera técnica, profesional y responsable.
Si las medidas básicas de distanciamiento físico, uso de mascarillas, estar en lugar ventilado y lavarse las manos con agua y jabón, son tan complejas como para poner tu vida y la de tu familia en peligro, estás jugando de manera irresponsable con tu salud, la de los demás y la supervivencia.
Pero, además, si ya sabemos que un poco menos de la mitad de la gente que padece la COVID-19 tendrá 3 meses después la COVID persistente que dura más de 2 años atacándote física y mentalmente, ¿a qué estamos jugando?.